Tus ojos están crudos,
ya agrietados de tanta crudeza.
No ven, solo miran
no brillan, solo reflejan,
no se asombran, casi ni pestañean.
Tu pupila una yema no fecundada,
tu piel un capa de yeso,
tu iris una clara y resbalosa baba.
Tus ojos son un modelo para hornear,
una torta quemada,
algo que pudo pasar pero no salió bien,
un río seco, pájaro sin alas.
Huevos rotos en una graduación,
de jardin de infantes,
dejados en el piso a pudrirse,
y ser comidos por las cucarachas.