Estoy convencido de que la vida es parar vivirla y para hacer las cosas que uno quiere y te gustan. A veces no resulta fácil, pero apenas se te presente la oportunidad, tienes que aprovecharla e intentar convertir tus sueños en realidad.
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Making a dream come true
Cuando mi familia se regresó de Europa a Venezuela, yo llegué a vivir en un barrio, y como en todo buen barrio latino, la música que estaba sonando en esa época era la salsa. Eran tiempos en que los preferidos de ese género en este país era un sexteto que tenía poco tiempo de fundado y de donde salió una de las más grandes estrellas de la salsa en el mundo, Oscar D’León. El grupo era la Dimensión Latina y a pesar de ser solo seis integrantes, sonaba como una orquesta, por el hecho de tener dos trombones, junto al bajo, el piano y dos percusionistas.
De Estados Unidos sonaba fuerte en las emisoras de radio, un neoyorquino de ascendencia puertorriqueña, quien había destacado por ser uno de los directores más jóvenes y que con su trombón había logrado una sonoridad especial: Willie Colón.
Hubo muchos grupos, solistas y músicos que destacaron, pero esos dos me marcaron y gracias a ellos yo quería aprender a tocar trombón. Pero la Venezuela de ese entonces no ponía fácil las cosas. Eso es ahora que tenemos el Sistema de Orquestas (fundado precisamente en ese año de 1975), que le permite a las personas más humildes el acceso a una orquesta y al aprendizaje de cualquier instrumento orquestal y al instrumento mismo.
A pesar de que hablé con la familia, los amigos y traté por todos los medios de conseguir un trombón, estaba fuera de mi alcance y tuve que abandonar la idea.
Hay un aspecto que destacar, que no incluí en la versión en inglés de esta publicación, es que en aquella época tampoco existían las versiones chinas de los instrumentos musicales, que son extremadamente económicos. Algo que ha puesto muchos de esos instrumentos al alcance de gente que no podía darse ese lujo anteriormente.
A pesar de ese "contratiempo", siete años más tarde ya estaba convirtiéndome en profesional de la música, aunque con otros instrumentos y en otros géneros musicales. Y lo hice (y lo hago) con gran satisfacción, porque definitivamente la música es lo que más me gusta en este mundo y actuar en público es la experiencia más grata que se puede experimentar.
Un deuda de Amazon
Mucho, pero muchos años después, en 2013, yo tenía varios sitios web en los que tenía publicidad de Amazon.com. En una ocasión se presentó un problema con un pago que ellos me hicieron y me ofrecieron la compra de productos, en lugar de un cheque. Como la deuda era de un poco más de 100 dólares, me puse a revisar qué podía comprar con eso. Es allí cuando descubro que por esa cantidad habían varios trombones (de los chinos, precisamente) a precios muy económicos. En seguida se me revivieron los recuerdos y consulté con mi esposa. Ella estuvo de acuerdo en que lo comprara, porque así yo podía darme el gusto y en cualquier caso también podíamos venderlo.
Así que compré el trombón y a los pocos días, gracias a un sobrino que estaba en Miami, llegó a Caracas.

Esta foto me la envió mi sobrino de Miami, antes de traerlo.
A soplar
Yo había tenido desde niño una corneta, a la cual la ponía a sonar con facilidad. Así que supuse que no habría ningún problema en sonar también este otro familiar de los instrumentos de viento-metal. Hablé con el trombonista de Los Cañoneros, Salvador Saéz, quien además de excelente músico, también es un profesor de primera calidad, pues él se desempeñaba también como profesor de El Sistema. Fue él quien empezó a orientarme y a darme ánimo.
A pesar de mi disciplina inicial, descubrí que la tarea era mucho más compleja de lo que imaginaba y no lograba hacer que el instrumento sonara con un mínimo de calidad. Ya para ese momento yo no era ningún niño, así que vi como se complicaba el panorama.
Además de la frustración que sentía por no avanzar, parte de mi familia empezó una campaña para que yo “no me desviara” de mis proyectos principales y que no “perdiera el tiempo con el trombón”. Así que entre una cosa y la otra empecé a ser cada vez más irregular con el estudio, lo tomaba, lo dejaba, lo volvía a retomar y así, como era de esperarse, los resultados positivos estaban cada vez más lejos.
Un chasco
En una oportunidad yo estaba trabajando con un proyecto de cultura popular y estábamos organizando talleres de música en sectores populares. Con este proyecto me tocó acompañar a un gran músico venezolano, experto en la salsa, con una gran carrera en Francia, Eduardo Vals, a dictar uno de esos talleres en el barrio Monterrey, en el sureste de Caracas, para un grupo local de salsa.
Después de varios días él me pregunta: “¿ese trombón que tú tienes, suena?”. Como el instrumento estaba en perfecto estado, yo le respondí que sí. A lo que él me pidió que lo llevara para el siguiente encuentro. Y así lo hice.
Cuando llegamos al lugar de la actividad, él me pide que saqué el instrumento y me entrega una partitura. En ese momento es que yo entiendo que la pregunta se refería era a si yo podía hacer sonar el trombón. Pues, valientemente tomé el instrumento e hice lo que pude (que no fue mucho). Claro, los muchachos del grupo estaban felices porque estaban tocando con trombón…. Pero al final de la jornada, Eduardo de la manera más clara me dijo: “¡tú no tocas un co...!”. Ese día no me quedó más que reírme, porque era verdad. A pesar de que el pianista le refutó diciendo que no era así, que yo tenía un sonido bonito. Pero la verdad es que allí volví a corroborar que no podía con ese instrumento.
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Reincidente
Hace dos años, los mismos integrantes de ese grupo, me llamaron y me pidieron para que tocara el trombón con ellos. Yo les expliqué la situación, pero ellos alegaron que no eran un grupo profesional y que yo podía aprovechar esa oportunidad como una forma de estudio. Así que acepté y estuvimos ensayando varios meses, durante ese tiempo hicimos tres presentaciones en público y creo que fue la época en que logré que sonara mejor el instrumento.
Finalmente, por problemas con el transporte, no pude seguir con el grupo y volví a abandonar el instrumento.
Pero, a pesar de que esto me pasó con el trombón, yo no soy persona una persona inconstante y mucho menos de abandonar proyectos por el hecho de ser difíciles… Así que en el momento que se planteó el nacimiento de Hive, lo cual me impulsó a renovarme y a ponerme más creativo, y en vista de la cuarentena impuesta por el COVID-19, decidí retomar el estudio regular y me tracé el objetivo de empezar a publicar música interpretada con el trombón.
Y este post es para compartir con ustedes mi primer video tocando.
Sin embargo, esta primera grabación no es de salsa. Es una canción que me gusta mucho y quería grabarla originalmente con un ritmo de reggae, pero no pude grabar el acompañamiento, así que usé esta versión que está muy bien hecha.
Bloopers
Si escogiera las veces que me equivoqué en la grabación, podría hacer una película de largometraje. De hecho, gasté la batería de la cámara en la primera ronda que hice para grabar la canción, porque yo quería hacerla en vivo, sin edición. Pero siempre se iba algo como no era y tenía que empezar de nuevo. Hasta que llegó un momento en que desistí y decidí tomar un descanso y grabar por partes, editando.
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La grabación que estaba intentando inicialmente la estaba haciendo de pie, así que para grabar decidí que me iba a sentar donde tengo la computadora, que es el mismo lugar donde estudio el trombón y que no iba a grabar el video, sino que después lo haría con mi pista de playback.
Pero al tocar el tema por primera vez me di cuenta que allí donde estaba sí me podía salir. Entonces entendí que lo que me estaba afectando eran todos los cambios que tenía para la grabación: yo siempre estudio sentado, para la grabación estaba de pie; no uso audífonos mientras estudio, tampoco tengo que estar pendiente del micrófono, además tenía que estar pendiente del vídeo… Todo eso hacía que yo no lograra concentrarme.
Al entender eso, decidí que iba a colocar la cámara de video y la iba a poner en marcha, me sentaría donde siempre estudio y tratar de hacer las cosas igual que como lo hago a diario… y ¡voilá!, así sí resultó y pude grabar la pieza en una sola toma.
Sé que todavía me falta mucho para lograr una mejor afinación, un sonido óptimo, pero siento que ya puedo “atreverme” a publicar mis interpretaciones. Con la publicación de este video también me siento ahora más comprometido a seguir estudiando y mejorar mi técnica con el instrumento, a fin de ofrecerles música de máxima calidad.
La pista de acompañamiento la conseguí de: Eduan Loftus Steenkamp
¡Espero que lo disfruten tanto como yo, pues se trata de un sueño hecho realidad!
P.D. La idea era subir este video a #threespeak, pero lamentablemente no funcionó y tuve que cambiar de planes.