Hoy comienza una nueva semana, 15 de marzo del 2021.
Me suelen gustar mucho los días lunes. Son inicio de producción, de compartir, de trabajar en distintas áreas.
Pues resulta que en Venezuela este día de inicio de semana está envuelto en múltiples circunstancias. Y pues ya circularon los acostumbrados memes relacionados a la confusa medida de cuarentena o flexibilización que nos corresponde durante esta semana.
Para mí estos anuncios de más controles sanitarios, de movilización en las calles y aperturas o no de servicios y comercios, están en medio de una horrenda emoción muy personal.
Esto, debido a que mi fin de semana fue totalmente trágico para mí. Y esta es la razón por la cual escogí la foto de portada. Porque creo firmemente en que toda situación difícil, obstáculo o circunstancia que nos toque atravesar, tiene un propósito, una enseñanza, un aprendizaje. Y por ello veo ese arcoiris en mi vida aún y cuando en este preciso instante todo lo vea tan oscuro.
La primera experiencia la viví el pasado viernes. Me dispuse a trasladar en mi vehículo a una vecina muy querida, quién sufrió una fractura en su brazo debido a una caída. La llevé a una sede de emergencia muy cerca a nuestro lugar de residencia y mientras yo esperaba afuera en mi vehículo, un hombre se acercó a mi ventana, me mostró un arma y me decía que yo debía entregarle mi celular. La verdad es que no sé o no conozco la diferencia entre un arma real y una falsa pero en ese tipo de situaciones el tiempo transcurre de manera extraña y yo recuerdo ver un arma si, negra, con forma de arma pero no me puse a analizar, sólo sentí la necesidad de gritar, mirar al sujeto y seguir gritando. Ante mi reacción, el sujeto con total calma guardó el arma, caminó y se subió a una moto que conducía otro sujeto más joven.
Mi corazón se sentía como que me iba a explotar, yo miraba a los sujetos y empezé a tocar la corneta de mi vehículo con todas mis fuerzas. Sentí como que era la única en ese lugar porque nadie parecía percibir lo sucedido, ellos se alejaron tranquilamente en su vehículo y luego peatones aparecían, vehículos transitaban. Creo que fue solamente mi percepción por estar embebida en tan desgragble momento.
Aquí hay varios errores que yo comenti, primero, esperar dentro del vehículo. Dada mi discapacidad, no me bajo del vehículo cuando traslado a alguien, suelo retirarme. Y esta vez no lo hice.
Tampoco suelo utilizar el móvil de manera concentrada para evitar justamente una situación de este tipo. Esta vez lo utilizé para comunicarme con el hijo de mi amiga que estaba dentro de la sede de emergencia.
Suelo tener los vidrios cerrados. En esta ocasión el calor era bastante intenso y mi vehículo no dispone de aire acondicionado.
También acostumbro mirar y observar alrededor de donde estaciono. En esta oportunidad no detallé que la zona estaba bastante sola.
Así que todo parece ser un caldo de cultivo absolutamente idóneo para que unos delincuentes puedan con facilidad realizar una fechoría. Y definitivamente ellos lo saben.
Luego de transcurridos unos pocos minutos, llamé a la policía municipal y realmente de manera casi inmediata llegaron al lugar y registraron el evento.
Bien. El segundo evento fue la comunicación por parte de nuestros vecinos más cercanos (los que tienen su puerta al lado de la nuestra) que están todos contagiados, ¡los 4! Caramba... Mis hijos y yo nos preocupamos un poco por mi mamá ya que es de edad avanzada. Así que tomar medidas más extremas de cuidado y no descuidar ningún detalle.
Y el tercer evento sucedió ayer domingo. Con mi hija acordamos realizar una diligencia y nos dispusimos a utilizar nuestro carro para ello.
Para trasladarme desde mi apartamento hacia mi vehículo, requiero agarrarme del brazo de alguien y adicionalmente utilizar un bastón de cuatro puntas como instrumento de apoyo. Así que ambas estábamos caminando y muy cerca de llegar al vehículo cuando escuchamos el sonido de una carrera hacia nosotras, eran unas uñitas que sonaban al rozar el piso. Pertenecían a mi amor más puro, mi hijo peludo, como yo le llamo. Mi amada mascota Jovi corrió a toda velocidad y con sus pequeñas patitas delanteras golpeó mis ambas rodillas por la parte de atrás. Todo ocurrió tan rápido que aún estando sujeta del brazo de mi hija, no puede evitar que mis rodillas y mis tobillos se doblaran cuál si fuesen un par de pitillos plásticos. Mis gritos de dolor eran ensordecedores. De la cintura hacía abajo, mi musculatura prácticamente es inexistente y cada articulación no tiene ningún tipo de soporte ni amortiguación. Son extremadamente rígidas todas. Así que las rodillas, tobillos y cada coyuntura de los dedos se doblaron de la manera más brusca posible.
Estuve más de una hora en el piso sin aire para poder hablar debido al intenso dolor. Mi cuerpo reaccionó de una manera que nunca había experimentado, tamblaba y temblaba sin poder evitarlo, mis brazos y sobre todo las manos y dedos se pusieron rígidos y doblados al mismo tiempo, corría una sensación como de electricidad desde mi cerebro hacia el cuello y brazos, cara, y sobre todo la boca, que tiritaba sin parar.
En fin, son muchos los detalles tan específicos que prefiero no recordar.
Luego de esperar un largo tiempo para al menos poder hablar, mi dos hijos pudieron cargarme y trasladarme hasta mi cama, en donde me encuentro desde ese momento hasta ahora mientras escribo estás líneas.
Es en este preciso instante en el que siento la enorme necesidad de drenar mi, sí, tristeza, frustración, incertidumbre, cuestionamientos.
Me sucede que al igual que cuando uno conversa y cuenta sus problemas a alguien, siente alivio, a mi me reconforta plasmar mis experiencias diarias. Siento que me libero de las emociones negras que generan todos los acontecimientos por los que transito.
Tan sólo ayer, hasta eso de las 8 de la noche, tenía una actitud de amargura y fastidio por no poder efectuar algunas actividades que producto de mi discapacidad no puedo realizar o debo hacerlas con extrema lentitud. Y ¿qué?, sólo horas después no sólo tengo esa dificultad, ahora no puedo hacer prácticamente ¡NADA! Sólo estar acostada en cama y depender ABSOLUTAMENTE de la atención de mi familia.
Pues bien, luego de todo esto, el aprendizaje que tomo para mí es el VALORAR, valorar lo que tengo y lo que soy por muy poco o malo que sea. Porque incluso lo que parece no me agrada o no quiero, en un instante lo puedo perder. Pude haber perdido la vida en ese intento de atraco, pude haber roto mis huesos o golpeado mi cabeza en esa caída y no estar entretenida realizando este relato. Ahora simplemente debo llenarme de paciencia y esperar que mis articulaciones se desinflamen, tomar algunos medicamentos que me ayuden a soportar el dolor y sobre todo AGRADECER, agradecer que Dios me quiere aún viviendo en este mundo por alguna razón que yo debo entender.
¡Pero porsupuesto que en mi Venezuela hay miles de situaciones extremadamente más duras y complejas que las mías! ¡Segurísimo que así es! Pero también creo que con pequeños ejemplos de superación, muchos otros pueden identificarse y ser sus propios héroes de vida.
Si leíste hasta aquí, te agradezco inmensamente me acompañaras en este que parece un diario de vida 😉
Todas las fotos son de mi propiedad. Fotos realizadas con mi propio celular. Estas fotos fueron publicadas previamente en mi cuenta de la red social instagram.
Los gifts fueron obtenidos de media.tenor.com