Hola amigos de @BeEntrepeneur.
En días pasados, visité esta maravillosa comunidad donde se discute el complejo universo de los emprendimientos.
Debía ser sencillo ofrecer a otros lo que sabemos hacer, la realidad demuestra que no lo es. De hecho, este proceso se ha convertido en una ciencia cuya interpretación y estudio adquieren cada día mayor relevancia.
En aquella ocasión, hablé sobre los costos asociados a la producción, tomando como ejemplo el emprendimiento Papaya & Banana, Cosmética Natural. También he tenido otras experiencias emprendedoras, cuyas enseñanzas compartiré en otro momento. Hoy, sin embargo, me centraré en lo que aprendí con Papaya & Banana acerca de la pertinencia de la misión en un emprendimiento privado.
Las cuatro integrantes de este proyecto proveníamos de la empresa estatal, específicamente de una compañía dedicada a la comercialización del arte, a la que cada una había consagrado entre 20 y 30 años de trabajo. Éramos expertas en ese ámbito; podría decirse que éramos referentes en el comercio artístico del país. Esa experiencia nos sirvió para construir nuestro negocio sobre bases sólidas.
El sistema estatal no es un fracaso absoluto; de él supimos rescatar lo mejor: la capacidad de plantear una misión clara, definir objetivos, calcular costos, gestionar espacios de venta, fijar precios y establecer vínculos para adquirir materias primas.
Sabíamos que la Misión es el corazón de un emprendimiento, da dirección y propósito. Sin ella, las decisiones se vuelven confusas y los esfuerzos, dispersos. La misión nos definió qué queríamos hacer, para quién y por qué. Desde el primer instante diferenciamos el negocio de la competencia. Estabamos inspiradaa, atraiamo a clientes de todo el país y guía cada.
La misión de Papaya & Banana era Crear bienes y servicios relacionados con la cosmética natural, utilizando materias primas endógenas e importadas. Generando ingresos para las integrantes del proyecto y contribuyendo a las arcas del Estado. En apariencia, todo parecía sencillo.
Sin embargo, el proyecto maduró durante la pandemia de COVID-19, en medio de la debacle económica que afecta al país desde 2021. En ese contexto, los medicamentos comenzaron a escasear en las farmacias, los insumos médicos desaparecieron y las consultas en hospitales se volvieron inaccesibles.
¿Qué tenía que ver Papaya & Banana con esto?, se preguntarán. Pues bien, ante esta crisis, nuestra tienda fue invadida por personas en busca de hierbas medicinales, cremas de cacao o azufre, jabones artesanales y otros productos para tratar la escabiosis, el acné, la psoriasis o infecciones cutáneas.
De pronto, nuestro emprendimiento dejó de ser un lujo accesible solo para quienes podían permitírselo. Se transformó en un refugio donde personas de todas las edades y condiciones económicas acudían desesperadas en busca de alivio.
Nos llenaba de orgullo verlos regresar, ya recuperados, con miradas de gratitud y confianza en la eficacia de nuestros productos. Esta demanda inesperada nos obligó a obtener una Licencia Dermatológica, expedida por el Centro Nacional de Epidemiología. Todo parecía marchar bien, pero ¿qué sabíamos nosotras de medicina? Solo contábamos con el empirismo y la voluntad para enfrentar jornadas agotadoras, atendiendo a decenas de clientes día tras día.
Además, surgió un dilema ético: ¿Cómo cobrar precios elevados a personas vulnerables y enfermas? La humanidad se imponía sobre el afán de lucro.
Esta experiencia nos enseñó que, en el desarrollo de un emprendimiento, no basta con mirar hacia dentro; hay que observar el entorno, porque de un aspecto inicial pueden derivarse otros que beneficien a más personas. Los emprendimientos, al enriquecerse, expanden su misión.
Los gobiernos y las estructuras sociales deberían apoyar a los emprendedores, pues son ellos quienes, en muchos casos, resuelven problemas comunitarios mediante la autosuficiencia. Pero las misiones no se sostienen solo con voluntad; requieren conocimiento, recursos y, sobre todo, respaldo institucional.
Hay más historias que contar, otras lecciones aprendidas en este camino. Pero eso será en otra ocasión.
Un saludo para todos, y seguiremos leyéndonos.
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Gracias por visitar mi blog, soy Critica de arte e Investigadora Social, amante de la cocina. Te invito a conocer más de mi, de mi país y de lo que escribo. Texto y fotos de mi propiedad.
English
¡¡Pay attention to the Mission of Entrepreneurship!!
Hello friends of @Entrepeniur. A few days ago, I visited this wonderful community where the complex world of entrepreneurship is discussed.
It should be easy to offer others what we know how to do, but reality shows that it isn't. In fact, this process has become a science whose interpretation and study are becoming increasingly important.
Associated with production, using the Papaya & Banana, Natural Cosmetics venture as an example. I have also had other entrepreneurial experiences, whose lessons I will share at another time. Today, however, I will focus on what I learned from Papaya & Banana about the relevance of the mission in a private venture.
The four members of this project came from a state-owned company, specifically from a company dedicated to the commercialization of art, to which each of us had dedicated between 20 and 30 years of work. We were experts in that field; you could say we were leaders in the art trade in the country.
That experience helped us build our business on solid foundations. The state system isn't a complete failure; we learned the best from it: the ability to set clear missions, define objectives, calculate costs, manage sales spaces, set prices, and establish relationships to acquire raw materials.
We knew that the Mission is the heart of a business; it provides direction and purpose. Without it, decisions become confusing and efforts are scattered. Our mission defined what we wanted to do, for whom, and why. From the very beginning, we differentiated the business from the competition. We were inspired, attracted clients from all over the country, and it guides every step of the way.
Papaya & Banana's mission was "To create goods and services related to natural cosmetics, using local and imported raw materials, generating income for the project members and contributing to the state coffers." On the surface, everything seemed simple. However, the project matured during the COVID-19 pandemic, amid the economic collapse that has affected the country since 2021.
In this context, medications began to become scarce in pharmacies, medical supplies disappeared, and hospital appointments became inaccessible. What did Papaya & Banana have to do with this?, you might ask.
Suddenly, our venture stopped being a luxury accessible only to those who could afford it. It became a refuge where people of all ages and economic backgrounds turned in desperate search of relief.
We were filled with pride seeing them return, recovered, with looks of gratitude and confidence in the effectiveness of our products. This unexpected demand forced us to obtain a Dermatology License, issued by the National Center for Epidemiology. Everything seemed to be going well, but what did we know about medicine? We only had empiricism and the will to face exhausting days, serving dozens of clients day after day.
Furthermore, an ethical dilemma arose: How could we charge high prices to vulnerable and sick people? Humanity prevailed over the desire for profit. This experience taught us that, in developing a business, it's not enough to look inward; we must observe the environment, because from an initial perspective, others can emerge that benefit even more people. As businesses grow, they expand their mission.
Governments and social structures should support entrepreneurs, as they are the ones who, in many cases, solve community problems through self-sufficiency. But missions are not sustained by willpower alone; they require knowledge, resources, and, above all, institutional support. There are more stories to tell, other lessons learned along this path. But that will be for another occasion.
Greetings to everyone, and we will continue reading.
Thank you for visiting my blog. I'm an art critic and social researcher, a food lover. I invite you to learn more about me, my country, and what I write. Text and photos are my own.