Greetings to this wonderful community
Since I was a child, I've seen how plants have been allies in our healing. My mother seemed to have a vast botany textbook in her head. She would go out into the surrounding countryside, into the rooms, and return with the necessary herbs.
She often brought some to serve as food or for the ritual of blessing. I always saw her as knowledgeable and confident in the remedies for the ailments of the body and spirit of all her children.
My older brother suffered from something in his teens that in small country towns was called "seven leathers," a large, infested blister, usually on the hand, perhaps the result of a bite. That was the first time I heard about nightshade.
My mother took the leaves and some black fruits, washed them, and soaked them, applying them to the reddened area, wrapping the hand in a cloth. The next day, the hand looked almost normal, and the infected part was draining with the help of the cloth.
She caught my brother almost asleep and squeezed it. This was a surefire method for curing what they called "nacios" and empetigos; it was based on squeezing and malicious treatment.
Nightshade always seemed like a beautiful plant to me, but my mother explained that to cure ulcers, intestinal lesions, and oral ailments, tea made from the leaves and unripe fruits was used because the ripe fruits, which are black in color, could be poisonous.
This miraculous plant, shrouded in an aura of mystery and contradiction, has been both feared and revered. Considered by many a toxic weed, in the right hands it transforms into a healing balm. Its story is a reminder that, in nature, remedy and poison are often two sides of the same coin.
Nightshade, with its small white flowers and black or green berries, grows wild in vacant lots and along roadsides. Sometimes we need it, but it's not there. It belongs to the Solanaceae family, the same family that includes powerful plants such as belladonna and tobacco.
This relationship is no coincidence. Like its relatives, nightshade contains alkaloids, which, in high doses, can cause serious poisoning. However, in controlled quantities and with careful preparation, these same compounds give it astonishing medicinal properties.
In folk medicine, the leaves and ripe fruits of the nightshade have been used to relieve inflammatory ailments. Compresses made from its crushed leaves were applied to superficial wounds or skin ulcers such as lymphangitis, taking advantage of its anti-inflammatory and mildly analgesic effects.
In some cultures, a diluted infusion is prepared to soothe stomach cramps or reduce fever, although extreme caution is always required due to its toxic potential.
It was also attributed sedative properties. Many healers recommended it in small doses to treat insomnia or anxiety, although this use, without modern dosage knowledge, could end in tragedy.
The line between medicinal and deadly is thin. Nightshade possesses antimicrobial and antioxidant effects in its extracts, although more testing is needed to ensure its safety. Conventional medicine warns against its home use, as solanine poisoning can cause malaise.
Nightshade embodies the paradox of many medicinal plants: its power heals only when it is deeply understood. It is not an herb for improvised experiments, but a reminder that nature demands respect. Its history invites us to seek the balance between risk and benefit, because, like nature, the best cures often hide behind a veil of caution.
Perhaps, in the future, new studies will reveal safe ways to harness its virtues. Until then, its legend lives on. A humble plant that, between light and shadow, continues to weave its tale in the green book of natural medicine.
![]() | ![]() | ![]() |
---|
Under my mother's supervision, I will drink a tea with three leaves of Black Nightshade for a certain intestinal spasm I've been experiencing for the past few days. I'll tell you about it later.
Thank you for visiting my blog. I'm an art critic and social researcher, a food lover. I invite you to learn more about me, my country, and what I write. Text and photos are my own.
Español
La Hierba Mora, el milagro de la curación
Un saludo para esta maravillosa comunidad.
Desde niña he visto como las plantas han sido aliadas de nuestra sanación, mi madre parecía tener un gran libro de botánica en su cerebro. Salia a los alrededores, a las estancias y regresaba con la hierba necesaria.
Muchas veces traía alguna que servía de alimento o para el ritual de santiguación. Siempre la vi conocedora y segura de los remedio para las dolencias del cuerpo y el espíritu de todos sus hijos.
Mi hermano mayor tuvo en su adolescencia algo que en el las pequeñas ciudades de campo le llamaban siete cueros, una gran ampolla infestada, generalmente en una mano, quizás producto de una picada. Esa fue la primera vez que escuché sobre la Hierba Mora. Mi madre tomó las hojas y algunas frutas negras, las lavó y maceró, aplicando en la zona enrojecida, envolviendo la mano en un paño.
Al día siguiente la mano ya tenía un aspecto casi normal y la parte infectada drenaba con la ayuda de ella, que sorprendiendo a mi hermano casi dormido, le apretó. Ese era un método infalible para curar lo que llamaban nacios y empetigos; a base estrujunes y curas con alevosía.
La Hierba Mora siempre me pareció una planta hermosa pero mi madre nos aclaraba que para curar úlceras, lesiones en intestinos y males bucales se utilizaba el té de las hojas y las frutas verdes porque las frutas maduras, que son las de color negro, podían envenenar.
Asi es esta planta milagrosa, envuelta en un aura de misterio y contradicción, ha sido tanto temida como venerada. Considerada por muchos una maleza tóxica, en las manos adecuadas se transforma en un bálsamo curativo. Su historia es un recordatorio de que, en la naturaleza, el remedio y el veneno a menudo son dos caras de la misma hoja.
La Hierba Mora con sus pequeñas flores blancas y sus bayas negras o verdes, crece silvestre en terrenos baldíos y bordes de caminos. A veces la necesitamos y no aparece. Pertenece a la familia de las Solanáceas, la misma que incluye plantas tan poderosas como la belladona y el tabaco. Esta relación no es casual. Como sus parientes, la Hierba Mora contiene alcaloides, que, en altas dosis, pueden provocar intoxicaciones graves.
Sin embargo, en cantidades controladas y con preparaciones cuidadosas, estos mismos compuestos le confieren propiedades medicinales asombrosas.
En la medicina popular, las hojas y frutos maduros de la Hierba Mora se han empleado para aliviar dolencias inflamatorias. Compresas con sus hojas machacadas se aplicaban sobre heridas superficiales o úlceras cutáneas como la linfangitis, aprovechando sus efectos antiinflamatorios y levemente analgésicos.
En algunas culturas, se prepara una infusión diluida para calmar cólicos estomacales o reducir la fiebre, aunque siempre con extrema precaución debido a su potencial tóxico.
También se le atribuían propiedades sedantes. Muchos curanderos la recomendaban en pequeñas dosis para tratar el insomnio o la ansiedad, aunque este uso, sin los conocimientos modernos de dosificación, podía terminar en tragedia. La línea entre lo medicinal y lo mortal es delgada.
La Hierba Mora poseen efectos antimicrobianos y antioxidantes en sus extractos, aunque se necesiten más pruebas para garantizar su seguridad. La medicina convencional advierte contra su uso casero, pues la intoxicación por solanina puede causar mal estar.
La Hierba Mora encarna la paradoja de muchas plantas medicinales, su poder cura solo cuando se la conoce profundamente. No es una hierba para experimentos improvisados, sino un recordatorio de que la naturaleza exige respeto. Su historia nos invita a buscar el equilibrio entre riesgo y beneficio, porque, como ella, las mejores curaciones suelen esconderse tras un velo de precaución.
Quizás, en el futuro, nuevos estudios revelen formas seguras de aprovechar sus virtudes. Hasta entonces, su leyenda perdura. Una planta humilde que, entre sombras y luces, sigue tejiendo su relato en el libro verde de la medicina natural.
![]() | ![]() | ![]() |
---|
Bajo supervisión de mi madre tomaré un té con tres hojas de Hierba Mora para cierto espasmo intestinal que vengo sufriendo hace unos días. Luego les cuento.
Gracias por visitar mi blog, soy Critica de arte e Investigadora Social, amante de la cocina. Te invito a conocer más de mi, de mi país y de lo que escribo. Texto y fotos de mi propiedad.