Miramos el mundo, los pequeños objetos, la palma, la constelación de nubes. Todos los paisajes se entrecruzan, van formando nuestra memoria en una nueva ciudad. Cada detalle, cada forma, inaugura un universo. Caminamos. Sostenemos la mirada. El día transcurre. Todo es leve. Y recordamos la blancura, el espesor de una hoja, la tibieza del café, la torre de una iglesia. Fotografiamos la vida porque cada fotograma nos devolverá un tiempo ido. Luego recordaremos aquel día y todo será ese dia, esa huella, ese instante...