Since I was very young, music has been a constant presence in my life. My name is Lis, I am a professional flutist, and I was born in Cuba, in the Guantánamo province, a city full of rhythm, tradition, and deep emotions. I didn't grow up in a family of musicians, but I always felt a special connection with sounds, with harmony, and with that invisible power that music has to touch the soul. I remember that at home, despite knowing nothing about the subject, there was always some melody playing in the background: boleros, sones, traditional songs that my parents listened to, and that unknowingly awakened something in me.
My first real contact with music was at Manuel Simon Tames Gerra Elementary School. There, amidst classes and games, I discovered that I had a special sensitivity for sounds. It wasn't until I arrived at the Regino Eladio Boti School of Art (EPA) that I began to understand the discipline, perseverance, and dedication required for any passion.
My journey as a flutist began with curiosity. That elegant, sweet, yet powerful instrument captivated me from the very beginning. It wasn't easy, like nothing done with passion. Hours of study, rehearsal, discipline, and perseverance led me to master it and make it my voice. Shortly after my community service, I faced one of the most important challenges: becoming the director of my first musical group. It was a difficult start, without much leadership training, which brought challenges, setbacks, and disappointments. Directing a group is no easy task, but I decided not to give up. I learned, made mistakes, and grew, and today, I continue to lead with greater maturity, always asking God to give me wisdom to guide with humility and love.
I've been blessed to perform on various stages, playing in groups, duos, and solos... and each performance is unique, a wordless dialogue with the audience. But beyond the stage, I've also used music to heal, to express deep emotions, to connect with God, and to inspire others. Over the years, I've worked in hotels, events, and with various artists, bringing music to diverse audiences. Each performance is an opportunity for connection, expression, and dedication. In music, I found not only a profession, but a life purpose.
I continue dreaming, creating, and forging ahead. I'm convinced that when you put your heart into what you do, doors open, even in the most difficult settings. Thank you for being part of this chapter.
Desde muy pequeña, la música ha sido una presencia constante en mi vida. Mi nombre es Lis, soy flautista profesional, y nací en Cuba, en la provincia Guantánamo,una ciudad llena de ritmo, tradición y emociones profundas. No crecí en una familia de músicos, pero siempre sentí una conexión especial con los sonidos, con la armonía y con ese poder invisible que tiene la música para tocar el alma. Recuerdo que en casa,a pesar de no saber nada sobre el tema, siempre había alguna melodía de fondo: boleros, sones, canciones tradicionales que mis padres escuchaban y que sin saberlo fueron despertando algo en mí.
Mi primer contacto real con la música fue en la escuela primaria Manuel Simon Tames Gerra . Allí, en medio de clases y juegos, descubrí que tenía una sensibilidad especial para los sonidos. No fue hasta llegar a la Escuela de Arte (EPA) Regino Eladio Boti que comencé a entender la disciplina, la constancia y la entrega que se necesitan para cualquier pasión.
Mi historia como flautista comenzó con curiosidad. Ese instrumento elegante, dulce, y a la vez poderoso, me cautivó desde el primer momento. No fue fácil, como nada que se hace con pasión. Horas de estudio, ensayo, disciplina y constancia me llevaron a dominarlo y a hacer de él mi voz.
Poco tiempo después de mi servicio social, enfrenté uno de los retos más importantes: convertirme en directora de mi primera agrupación musical. Fue un comienzo difícil, sin mucha preparación en liderazgo, lo que trajo desafíos, tropiezos y decepciones. Dirigir un grupo no es tarea sencilla, pero decidí no rendirme. Fui aprendiendo, equivocándome y creciendo, y hoy, sigo liderando con más madurez, siempre pidiéndole a Dios que me dé sabiduría para guiar con humildad y amor.
He tenido la bendición de presentarme en diversos escenarios, de tocar en grupo, en dúo, como solista… y cada presentación es única, un diálogo con el público sin palabras. Pero más allá del escenario, también he usado la música para sanar, para expresar emociones profundas, para conectar con Dios, y para inspirar a otros. En estos años he trabajado en hoteles, eventos y con diferentes artistas, llevando música a públicos diversos. Cada presentación es una oportunidad de conexión, de expresión y de entrega. En la música encontré no solo una profesión, sino un propósito de vida.
Sigo soñando, creando, y abriéndome camino. Estoy convencida de que cuando uno pone el corazón en lo que hace, las puertas se abren, incluso en los escenarios más difíciles.
Gracias por ser parte de este capítulo.