✨ Fragmentos

Durante estos últimos meses he reflexionado mucho sobre el tiempo que debemos dedicarle a las responsabilidades de adulto (como trabajar, mantener un hogar, pagar cuentas) y el tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos para realizar actividades que realmente nos hagan sentir a gusto, felices y, aunque no lo creas, saludables. Mi conclusión rápida de todo esto es: existe un desbalance en nuestras vidas. Un desbalance del que nadie habla, un desbalance del que nadie te dice nada hasta que te toca experimentarlo por tu propia cuenta y descubres que hay algo extraño.

Algo muy frecuente que he observado en estos últimos meses es que las personas le dedican 100% su energía y tiempo a un trabajo o una responsabilidad que no los llena por completo y, al final, todo su mundo termina girando entorno a ello. Claro está que cada quien es feliz a su manera, pero ¿perder tú identidad por una persona, un trabajo o una situación es algo que debería estar bien? Realmente no lo creo.

Todo este hilo de pensamientos desordenados y un tanto reflexivos parten de un pensamiento central: tienes una vida más allá de tu trabajo y responsabilidades. A veces nos envolvemos tanto en la rutina y en lo que supone que debemos hacer para cumplir un correcto rol social que nos olvidamos de nosotros, de lo que nos gusta y apasiona, olvidamos reservar tiempo para nosotros mismos y descartamos la idea de que, al igual que cuando éramos niños, tenemos la capacidad de soñar e ilusionarnos con las cosas que nos gustan, perdemos esa capacidad de romantizar nuestra vida y, simplemente, nos apagamos.

Particularmente, la rutina de ir al trabajo durante 8 horas, del trabajo al gimnasio, del gimnasio a casa y continuar en replay durante cuatro días más es algo que me agota enormemente y me hace pensar que algo tan rutinario no es para mí. Esa misma rutina es la que me drena y no me permite tener energía para nada más, pero hay pequeños fragmentos en el día que me hacen recordar que por muy cansada o estresada que esté siempre existirá tiempo para disfrutar, para cuidar de mí y para hacer las cosas que me gustan. Esos son pequeños fragmentos para tomar un respiro y continuar. Acompaño este texto un tanto frustrado con fotografías de mis fragmentos de tranquilidad, aquellos en dónde siento que el tiempo se detiene por un instante y me permiten desconectar del ruido exterior.

Over the past few months I've been reflecting a lot on how much time we should spend on adult responsibilities (like working, maintaining a home, paying bills) and how much time we spend on ourselves doing activities that actually make us feel comfortable, happy and, believe it or not, healthy. My quick conclusion from all this is: there is an imbalance in our lives. An imbalance that no one talks about, an imbalance that no one tells you about until you experience it for yourself and discover that there is something strange.

Something very frequent that I have observed in recent months is that people dedicate 100% of their energy and time to a job or a responsibility that does not fulfill them completely and, in the end, their whole world ends up revolving around it. Of course, everyone is happy in their own way, but is losing your identity for a person, a job or a situation something that should be okay? I really don't think so.

This whole thread of disordered and somewhat reflective thoughts stems from a central thought: you have a life beyond your work and responsibilities. Sometimes we get so wrapped up in routine and in what we are supposed to do to fulfill a proper social role that we forget about ourselves, about what we like and are passionate about, we forget to set aside time for ourselves and we discard the idea that, just like when we were children, we have the capacity to dream and get excited about the things we like, we lose that capacity to romanticize our life and, simply, we shut down.

Particularly, the routine of going to work for 8 hours, from work to the gym, from the gym to home and continue in replay for four more days is something that exhausts me enormously and makes me think that something so routine is not for me. That same routine is what drains me and doesn't allow me to have energy for anything else, but there are little snippets in the day that make me remember that no matter how tired or stressed I am there will always be time to enjoy myself, to take care of myself and to do the things I love. Those are little snippets to take a breather and move on. I accompany this somewhat frustrated text with photographs of my fragments of tranquility, those where I feel that time stops for a moment and allow me to disconnect from the outside noise.