Mi fiel compañero
Me bajo del auto, comienzo a caminar. Cierro mis ojos y me inundan los recuerdos. Los niños en la plaza, el olor a pollo horneado del restaurante de Doña Emilia, los hombres en la cantina de Benjamín jugando dominó, la floristería de Evangelina y las mujeres admirando sus rosas…
Abro los ojos y todo se esfuma. Veo la mayoría de las casas abandonadas o demolidas. Solo quedan las ruinas de aquel lugar donde fui el niño más feliz del mundo. Me tropiezo con un banco a orilla de la calle, mi fiel compañero corroído ya no hay árboles que te cobijen con su sombra. Aquí fue donde un adolescente hace 30 años abrió la carta que lo llevó muy lejos. Me siento, y a mi lado algo me resulta familiar. No puede ser, ¿aún vivirá? Me interrumpe una voz…
—¡Muchacho! ¿No vas a saludar a tu amigo Joaquín, el barrendero?
Muchas gracias a Hive México, Monster-one y Fuerza hispana por estas iniciativas que impulsan la escritura y estimulan el sentido crítico y analítico de los creadores de contenido.
