Saludos Hiverlectores, uniéndome a la actividad de palabreando contra reloj de este miércoles dedicada a machismo feminismo, participo reflexionando acerca de las relaciones asimétricas de poder entre las mujeres y los hombres.
Inicio este post comentando una noticia que muestra una jueza reduciendo la pena a un violador porque el ataque sexual “sólo” duró once minutos y no produjo heridas graves en la víctima.
Este hecho nos llama poderosamente la atención.
¿Por qué una mujer jueza emite una sentencia mínima ante un hecho de violencia sexual en contra de otra mujer? ¿Qué la llevo a minimizar la agresión sexual por la duración del acto y la poca gravedad de las heridas? ¿Actuó en solidaridad con el violador y en contra de la mujer?
Para entender esta situación es necesario ubicarnos en el plano ideológico y en el marco de las asimetrías sociales de la relación mujer-hombre.
La ideología es un proceso psicosocial mediante el cual una clase social dominante falsea la realidad, inoculando en la clase dominada, maneras de percibir, de ser, pensar, sentir y actuar que responda a los intereses del grupo dominante, de forma tal que la clase dominada los asumo como propios.
Este proceso se desarrolla a través de la interiorización de procesos sociohistóricos que sustentan los roles asignados y atribuidos al hombre y la mujer. En donde las interacciones familiares y sociales, medios de comunicación y la escuela contribuyen a la reproducción ideológica dominante.
Podemos visualizar esto a través del uso discursivo de lo masculino como forma genérica dominante (“nosotros” y no “nosotras” en una reunión de hombres y mujeres), en la división social y sexual del trabajo mediante el cual la actividad laboral de las mujeres está relacionada a roles femeninos, considerando su fuerza de trabajo como de menor valía, mientras la fuerza de trabajo masculina es vista como más valiosa (en los deportes o lo cultural aunque hombre y mujeres hagan las mismas actividades, los hombres ganan mucho más y sus acciones tienen mayor difusión en los medios de comunicación).
Por otra parte, se tiende a percibir los quehaceres en el hogar como cosas que deben hacer las mujeres, no como trabajo, o, en muchos casos como trabajo improductivo, y viéndolas en su papel reproductivo, como madres, y, no como trabajadoras, mientras las ocupaciones masculinas se dan fuera del hogar, considerándolas como mejor cualificadas y socialmente más valoradas.
El poder surge en los espacios donde se desarrollan relaciones interpersonales, produciendo relaciones desiguales, asimétricas. Las relaciones que se producen entre hombres y mujeres se producen como relaciones de dominación y subordinación. En el sistema patriarcal el hecho de ser hombre o mujer determina las condiciones de quien y como se ejercerá el poder, siendo las mujeres quienes ven disminuidas sus posibilidades de acceder a estos espacios por el hecho de ser mujer.
Las que acceden a estos espacios de poder por lo general asumen actitudes fálicas, reproduciendo la ideología machista, sin darse cuenta. Sus actitudes, sus formas de percibir la realidad, de sentir y hacer van en la dirección que tomarían los hombres si estuviesen en ese lugar. Todo irá bien si sus actitudes están en el rol que se les asignó.
Si quieres profundizar en las temáticas descritas en este post puedes revisar los siguientes enlaces:
Aspectos ideológicos, gramaticales y léxicos del sexismo lingüístico
El machismo. Causas y consecuencias
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