Hay momentos en muestra vida donde solemos tener los sentimientos a flor de piel, nos sentimos desanimados e incluso llegamos a percibir dolencias, pero la verdad en esos días, aunque nos duele, no sabemos explicar exactamente qué nos duele, pero estamos conscientes que hay algo que se encuentra mal en nosotros.
En lo personal, en esos días más que dolor, podría decir que me siento vacío, con un enojo por no alcanzar lo deseado, con una tristeza que no se explicar, con una ansiedad que no se controlar y con un conjunto de emociones que no puedo explicar, pero que se acumulan en el pecho como algo que está a punto de explotar.
En esos momentos de mi vida, suelo alejarme de todo y hay dos escenarios que me ayudan en ese cometido, el primero salir a caminar, disfrutar de la naturaleza y ahogarme en el ejercicio y en segunda instancia, permitir que la música me genere la buena vibra y me saque de esa prisión interna que me está asfixiando, y es en esta, donde quiero centrar mi escrito.
Para nadie es un secreto que la música tiene una forma muy particular de entrar en lugares a los que ni siquiera nosotros tenemos acceso. Podría decir que son esos rayos de luz que se cuelan por los agujeros más pequeños, se adapta al espacio, limpia y al mismo tiempo suaviza nuestras emociones y lo maravilloso es que lo hace sin pedir permiso.
En medio de ese momento de desesperación y tristeza suelo escuchar alabanzas y en especial las melodías de Montesanto, hay una canción que me encanta y me recuerda que aun en medio de mi proceso, aun en medio del dolor, aun en medio de la desesperación, hay un Dios que trabaja por mí, que me dice ten fe, porque eres más que vencedor, tu eres mi hijo y si yo vencí al mundo, tú también lo harás.
Esa melodía es mi recordatorio, que me permite tener en cuenta que no hay nada en este mundo que ya no hayamos conquistado, que Jesús lo hizo en la cruz y nos dios la oportunidad de ser salvos.
Es una canción que uso para sanar, pero para que funcione requiere un acto de fe, donde tenemos que creer que esas vibraciones, esos sonidos, han sido organizados con intención y que tienen el poder de afectar nuestro interior.
Hay músicas que acompañan el llanto, otras que motivan a levantarse, algunas que ayudan a perdonar, y otras que simplemente abrazan, podríamos decir que esas melodías limpian el alma. Y la ciencia lo confirma, la música cambia nuestras ondas cerebrales, regula el ritmo cardíaco, afecta nuestras hormonas, y despierta emociones dormidas. Pero más allá de lo que la ciencia puede medir, hay algo más profundo, la música conecta con el alma.
Necesitamos de esas canciones que nos ayudan a soltar, eso que nos está ahogando, y que te dan fuerza cuando ya no te quedan ganas de seguir. Me atrevería a decir que la música es una forma en la que Dios nos habla cuando el ruido de la vida no nos deja escuchar.
Es como si, entre notas y silencios, Él susurrara, diciendo, Todavía estoy aquí. No te has perdido. Vas a estar bien. Hay canciones que tienen algo sagrado, algo que no se puede explicar, pero se puede sentir. Como si fueran hechas no solo para ser escuchadas, sino para ser vividas. Y tu ¿cómo sientes las melodías de una buena canción?
ENGLISH VERSION
There are moments in our lives when we tend to have our feelings on edge, we feel discouraged and we even feel pain, but the truth is that on those days, although it hurts us, we do not know how to explain exactly what hurts us, but we are aware that there is something wrong with us.
Personally, on those days, more than pain, I could say that I feel empty, with an anger for not achieving what I wanted, with a sadness that I cannot explain, with an anxiety that I cannot control and with a set of emotions that I cannot explain, but that accumulate in my chest like something that is about to explode.
In those moments of my life, I usually get away from everything and there are two scenarios that help me in this task, the first one is to go for a walk, enjoy nature and drown myself in exercise and secondly, allow music to generate good vibes and take me out of that internal prison that is suffocating me, and this is where I want to focus my writing.
It is no secret that music has a very particular way of entering places that even we do not have access to. I could say that it is those rays of light that sneak through the smallest holes, it adapts to the space, cleans and at the same time softens our emotions and the wonderful thing is that it does it without asking permission.
In the midst of that moment of despair and sadness I usually listen to praises and especially the melodies of Montesanto, there is a song that I love and reminds me that even in the midst of my process, even in the midst of pain, even in the midst of despair, there is a God who works for me, who tells me have faith, because you are more than a conqueror, you are my son and if I conquered the world, you will too.
That melody is my reminder, which allows me to keep in mind that there is nothing in this world that we have not already conquered, that Jesus did it on the cross and gave us the opportunity to be saved.
It is a song that I use to heal, but for it to work it requires an act of faith, where we have to believe that these vibrations, these sounds, have been organized with intention and that they have the power to affect our inner self.
There is music that accompanies crying, others that motivate to get up, some that help to forgive, and others that simply embrace, we could say that these melodies cleanse the soul. And science confirms it, music changes our brain waves, regulates our heart rate, affects our hormones, and awakens dormant emotions. But beyond what science can measure, there is something deeper, music connects with the soul.
We need those songs that help us to let go, that which is drowning us, and that give you strength when you no longer feel like going on. I would dare to say that music is a way in which God speaks to us when the noise of life does not let us listen.
It is as if, between notes and silences, He whispers, saying, I am still here. You are not lost. You're going to be all right. There are songs that have something sacred about them, something that can't be explained, but can be felt. As if they were made not just to be heard, but to be lived. And how do you feel the melodies of a good song?
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