Cuando el hombre entiende que es uno con Dios, deja de mendigar en sus plegarias — Ralph Waldo Emerson
Hay una etapa en la vida espiritual donde uno reza, clama, suplica. Y eso está bien, todos pasamos por ahí. Es como cuando un niño pequeño llora porque cree que lo han dejado solo, cuando en realidad su madre está en la habitación de al lado, observándolo en silencio.
Pero llega un punto (si creces de verdad por dentro) donde te das cuenta de algo poderoso: no estás separado de Dios. Nunca lo estuviste.
Y entonces, como dijo Emerson, dejas de mendigar en tus plegarias.
No porque dejes de hablar con Dios, sino porque entiendes que ya estás en Él y Él en ti. Que no necesitas convencerlo de nada, ni rogarle, ni poner cara de tragedia para obtener su atención.
No eres un mendigo en la puerta del templo. Eres el templo.
Todo lo que necesitas ya fue dado: inteligencia, intuición, fuerza, discernimiento, amor.
Lo que no has recibido no es porque Dios lo esté reteniendo, sino porque aún no has abierto la puerta interna donde eso ya te espera.
Llorar en oración no mueve a Dios.
Él ya se movió hace tiempo, cuando te dio vida y te sopló el espíritu.
El que tiene que moverse ahora… eres tú.
¿Queréis salud? Comienza por cuidarte.
¿Queréis paz? Deja de alimentar el caos.
¿Queréis abundancia? Usa con gratitud lo que ya tienes.
Dios no es un repartidor celeste al que le haces pedidos por WhatsApp espiritual: Es la fuente dentro de ti que espera que reconozcas tu unidad con Él, para actuar con conciencia, no con miedo.
No es que no debas orar. Ora, sí. Pero ora como quien conversa con su mejor parte, no como quien suplica desde la escasez. Justamente allí está el detalle.
Y cuando termines tu oración, levántate como quien ya recibió, porque en realidad… nunca estuviste vacío.
ENGLISH VERSION
When man understands that he is one with God, he stops begging in his prayers. — Ralph Waldo Emerson
There is a stage in the spiritual life where one prays, cry out, begs. And that's fine, we all pass by. It is like when a little boy cries because he believes they have left him alone, when in reality his mother is in the next room, watching him in silence.
But a point comes (if you really grow inside) where you realize something powerful: you are not separated from God. Never was so.
And then, as Emerson said, you stop begging in your prayers.
Not because you stop talking to God, but because you understand that you are already in him and he in you. That you do not need to convince him of anything, or beg him, or put a tragedy face to obtain his attention.
You are not a beggar at the door of the temple. You are the temple.
Everything you need was already given: intelligence, intuition, strength, discernment, love.
What you have not received is not because God is retaining it, but because you have not yet opened the internal door where that already awaits you.
Crying in prayer does not move to God.
He moved a long time ago, when he gave you life and the spirit blew.
He who has to move now ... it's you.
Do you want health? Start by caring for you.
Do you want peace? Stop feeding chaos.
Do you want abundance? Use with gratitude what you already have.
God is not a celest distributor to whom you order by spiritual WhatsApp: It is the source within you who expect you to recognize your unity with him, to act with conscience, not with fear.
Not that you should not pray. Pray, yes. But you pray as who talks with his best part, not as who begs from scarcity. There is precisely the detail.
And when you finish your prayer, get up as who has already received, because in reality... you were never empty.
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