
Trilogía:
Aquella joven se encontraba sumergida en la rutina donde veía pasar sus mejores años de juventud, los cambios en su cuerpo cada vez eran mucho más notorios, se aceleraba su transformación de adolescente a mujer, su belleza se palpaba a simple vista y su elegancia era cada vez más evidente a los ojos de quienes desde niña la miraban desde lejos.
El pueblo era poco poblado y las casas quedaban algo distante, los patios eran muy amplios y algunos eran ocupados por algunos árboles que siendo tan altos y frondosos llegaban a cobijar de cierta manera algunas de aquellas humildes casas. También abundaban en los patios grandes cantidades de animales, como gallinas, gallos, patos, pavos y algunos criaban cochinos, por lo que el ambiente a veces se tornaba algo indeseable por los malos olores. También era común ver a gatos y perros rondar por las casas y nunca faltaba el loro que era enseñado a hablar en su mayoría por las mujeres que quedaban en casa mientras sus maridos pasaban casi todo el día fuera trabajando la agricultura en su mayoría.
Algunos de los vecinos tenían sus burros de carga y servían de transporte para bajar de las montañas las cosechas que se recogían. Se podría decir que en ese sentido el pueblo era unido, compartían los recursos que tenían para lograr obtener de cualquier manera el sustento para llevar a sus casas.
Pero allí estaba ella solitaria y abrumada por la vida que llevaba, a veces se sentía muy triste por aquellas escenas que le tocaba presenciar cuando su padre después de largas jornadas de trabajo, decidía irse a cualquier bodega a tomar licor y a jugar al dominó o cartas con otros vecinos y se le escuchaba llegar ebrio y casi enfurecido, porque su madre tenía que salir corriendo a quitarle los zapatos y parte de su ropa, también exigía tener servida la comida caliente, si su madre se demoraba un poco se escuchaban los gritos, pronunciando con cierta severidad su nombre.
Eran momentos en lo que ella deseaba poder tener cierta libertad para escapar de allí. Amaba a su padre pero le molestaba mucho aquellas agresiones para con su madre quien se dedicaba a trabajar para apoyarlo con la crianza de sus hermanos y ella. Eran situaciones que la hacían pensar en poder comenzar una nueva vida, donde ella tuviera decisiones que tomar.
En una de esas tantas tarde, llego de visita a la casa más cercana, un hombre blanco de ojos azules, bien parecido, de apariencia bien arreglada pero varios años mayor que ella, al parecer venía de la ciudad y se corrían rumores que su familia era algo adinerada por el tipo de auto que conducía. Precisamente esa tarde Dalia se vistió como acostumbraba con uno de sus ceñidos vestidos que le confeccionaba su madre, en esa ocasión el rojo de aquel vestido sumado con su piel clara, su cabello suelto que le daba una imagen fresca, sus labios con un toque de color y sus mejillas llena de juventud, se convirtió en el anzuelo perfecto para aquel apuesto hombre que nunca imagino conseguirse con el encanto de esa hermosa joven.
A penas cruzaron miradas y ella algo tímida correspondió a su sonrisa, él no escondía para nada su asombro, era como si algo muy hermoso estaba antes sus ojos y era imposible dejar de ver. Por un momento a ella se le despertó cierto interés y curiosidad por él ya que no estaba acostumbrada a ver personas de su tipo en aquel pueblo. Dalia estaba complacida con la atención que le prestaba, aunque estaba por marcharse de la casa que visitaba, él insistía por permanecer más tiempo allí con el único propósito de seguir contemplándola, estaba encantado con ella y no paraba de mirarla de forma descarada.
De pronto soplo una fuerte brisa, por el lado de él se desprendía un agradable olor a perfume caro que llegó hasta su olfato y del lado de ella se apreciaba la escena donde la brisa jugueteaba con su larga cabellera haciéndola aún mucho más atractiva. Esa tarde no cruzaron palabras, solo miradas y algunas sonrisa que quedaron grabadas en ella, por días se preguntaba cuando lo volvería a ver, estaba claro que aquel encuentro despertó en la joven algunos sentimientos que ella desconocía pero que la hacían sentir algo ansiosa pero emocionada a la vez.