Con esta cita inicio mi publicación, una que surge de mis reflexiones; hace poco una amiga me recordaba que no se puede culpar a otros por la errores que cometemos, no podemos justificar nuestras acciones reprochando a los demás, decir que hice tal cosa motivado por lo que tú hiciste es un descaro, nadie es responsable de las decisiones que tomamos. Si, como humanos podemos equivocarnos, cometer un error una y otra vez si se quiere, pero, rectificar es de valientes, asumir las responsabilidades inherentes es cosa de sabios.

Perfectos no somos, aunque muchos se esfuerzan por lograr serlo tarde o temprano terminan por darse cuenta que las imperfecciones que poseen forman parte de su existencia, y que muchas de ellas son responsables tanto de sus triunfos como de sus fracasos. Mejor asumir y aceptar lo que somos, con defectos y virtudes, eso nos hace humano, es la esencia de nuestro ser, personas capaces de avanzar a través de los obstáculos, afrontando y superando cada uno de ellos. En algunos casos, seremos incapaces de lograrlo, pero quién no ha sufrido una caída.

En el peor de los casos solo queda comenzar de nuevo, rectificando los errores que llevaron al fracaso. Al considerar esto, no puedo evitar preguntarme si somos capaces de tener segundas oportunidades, ¿Un error es motivo suficiente para ser juzgado y sentenciado? A mí criterio, no lo es, no se puede juzgar sin antes conocer los motivos. Aunque existan situaciones injustificables, al menos a la vista de todos, siempre habrá un motivo que lleve a tomar las decisiones, correctas para quien la toma e incorrectas para los que observan.