7 AÑOS DESPUÉS.

El Aeropuerto Internacional John F. Kennedy es el más grande de todo New York, con ocho terminales operacionales implica una gran cantidad de vuelos nacionales e internacionales saliendo y entrando en todo momento, eso quiere decir una larga cantidad de aviones que requieren mantenimiento para estar en perfecto estado y transportar los miles de pasajeros que se mueven día a día de manera segura.

Alan era el líder de un equipo de aproximadamente veinte personas que se movían por todo el mundo con la intención de prestar este mismo servicio.

Precisamente ese día les habían encargado un avión que tenía que soportar 12 horas de vuelo de manera urgente y parecía que nadie pudo ser capaz de arreglar. Por suerte un arduo trabajo logró poner en marcha aquel impetuoso avión.

Solo un par de sus compañeros se quedaron con él luego de que terminara la jornada laboral.

─ Y entonces, ¿cuáles son los planes para hoy? ─ Exclamó Jack, un chico moreno alto y de contextura delgada, haciendo unos gestos de baile nada acertados.

Jack, Samantha y Alan iban saliendo del aeropuerto donde al parecer Jack era el único al que aún le quedaban ganas de salir.

─Hay discotecas maravillosas en el Times Square.

─Yo preferiría algo más tranquilo─ Exclamo el peli negro.

─Ya salió Alan con su panorama tranquilo de solo country y whisky.

El chico rió bajando la cabeza y sonrojándose un poco, a sabiendas de que todos conocían sus gustos.

─ ¿Que te puedo decir? soy un hombre de gustos simples.

─Pues yo conozco un lugar que podría ser del agrado de los dos,─ Era la primera vez que Samantha hablaba en todo el día, no era de muchas palabras en general pero cuando hablaba siempre era para decir algo que valiera la pena ─El chico con el que estoy saliendo─ dijo bajando más la voz y con un color rojo inundando sus mejillas, ─Trabaja de mesero en un bar en Manhattan, una vez fui a visitarlo y es un lugar bastante animado con mucha música country y un ambiente bastante acogedor, inclusive tiene una pista de baile.─ La chica de pelos rojizos no había levantado la mirada en ningún momento y tenía las manos guardadas en los bolsillos.

─Supongo entonces que tenemos un plan─ Sentencio Jack montándose los tres en el auto que los llevaría nuevamente al hotel.

Habían acordado verse en el lobby a eso de las 9 de la noche, así tendrían tiempo de limpiarse y tomar algo para cenar antes de embarcarse en aquella aventura nocturna, por suerte era viernes y al día siguiente no tenían ningún compromiso laboral al cual atender.

Una camisa blanca, medio abierta en los primeros botones, un jean, zapatillas y el pelo húmedo aun por la ducha fueron el look elegido por Alan, se alegró al ver que no fue el único en elegir algo casual cuando Jack, solo un par de años más viejo que él, llevaba unos shorts y sandalias, por suerte el verano ya estaba instalado en la ciudad.

Samantha por otro lado se veía totalmente diferente a como se veía en el trabajo, llevaba un vestido de flores y su pelo rojizo suelto como ninguno de sus compañeros jamás la habían visto, además iba maquillada, algo nuevo también.

─Parece que este chico es super especial para que te arregles así─ Soltó Alan un poco burlón.

A lo que la chica se sonrojó y miró el suelo.

─Debo decir que me siento un poco celoso Sammy, para nosotros nunca te has arreglado así, pensé que nos tenías afecto o algo─ Soltó Jack entre risas siguiéndole el juego a Alan.

─Basta, déjenme tranquila.

En ese momento su cara era del mismo color que su cabello y sonreía de manera discreta.

Tanto Alan como Jack se reían por como todo aquello parecía apenar a la chica, pero dado que ella no era de socializar mucho tenerla siquiera allí se podría considerar un gran paso y un logro.

La chica pidió un Uber e iba guiando al conductor por las calles más rápidas que podía tomar, cuando por fin llegaron a la dirección los tres se encontraban parados delante de un gran edificio.

Parecía que toda la pena previa que la chica tenía, se le había quitado justo al pisar el lobby del edificio, debido a que fue ella quien los encamino hacia la recepción donde tenían que anunciarse.

─Venimos a The Hometown─ le dijo ella al chico que estaba detrás del mostrador.

─Identificaciones los tres, por favor.─ Este ni siquiera levanto la mirada si no que empezó a tipear en la computadora que tenía delante.

Los tres le pasaron las identificaciones para al par de minutos devolvérselas.

─Piso 39 y Bienvenidos.

Samantha le sonrió al chico en forma de agradecimiento, mientras que Alan y Jack se miraron mutuamente y se encogieron de hombros.

─Que elegante─ mencionó el segundo.

─Estamos en un buen barrio, es lo mínimo que se espera de la locación, además ya verán el lugar, lo vale─ La chica ahora desprendía alegría y caminaba con un aire de seguridad nuevo.

Marcaron el piso en el ascensor el cual rápidamente llego hacia el indicado, al abrirse las puertas te encontrabas directamente con un pequeño pasillo con colores cálidos, se podía escuchar la música desde donde estaban.

─Buenas noches, bienvenidos ¿Tienen alguna reservación para esta noche? ─ Una anfitriona en un vestido negro les recibía. A su vez que les entregaba unas copas de champagne, tomaba la lista que tenía el nombre de las reservaciones.

─Bowy debió hacerme una, a nombre de Samantha Coin para 3 personas─ Nuevamente la chica tomaba el liderazgo de la noche, era una nueva forma de verla y Alan no iba a negar que le simpatizaba más esta Samantha que la introvertida.

─Oh cariño, ¿Eres la novia de Bowy? Si, si pasen adelante.

Samantha no tuvo tiempo de responder cuando ya la anfitriona le pedía que la siguieran.

Apenas entró al local este estaba lleno de gente y sintió un vago sentimiento de familiaridad, como si ya hubiese estado allí antes, colores cálidos y oscuros, con muchas fotografías de diferentes épocas pegadas a la pared, la tarima estaba hacia el lado derecho al fondo con una pequeña pista en frente, al fondo de donde él estaba parado se encontraba la barra y el resto del local tenía las mesas sin ningún orden en particular, a la izquierda una pequeña área que parecía VIP.

Para cuando la chica los había ubicado en su mesa cerca de la tarima, ya recordaba porque sentía esa familiaridad, era muy parecido a aquel local en el que había estado hacía unos cuantos años, donde conoció a Graciela.

Una serie de emociones le revolvieron el estómago, tenía mucho tiempo que no pensaba en ella, pero de vez en cuando volvía a su mente y cuando lo hacía no tendía a ser un buen día o semana para él.

Estar allí hizo que esa noche se sintiera en su piel otra vez, revolviéndole aun mas el estómago.

Sentados ya en su mesa, un mesero se les acercó.

─Buenas noches, mi nombre es Bowy y voy a ser su mesero esta noche, acá les dejo el menú y vengo en unos minutos a tomarles la orden─ El chico le guiño un ojo a la pelirroja causando un nuevo sonrosó en su rostro y retirándose para dejarlos ojear el menú.

─Pero mírala, si hasta el novio nos atenderá esta noche, espero eso signifique alguna clase de descuento o algo gratis─ Bromeo Jack guiñándole un ojo a la pelirroja.

─Por favor no me avergüencen frente a él─ Les imploró la chica.

Alan estaba absorto en sus pensamientos, en como todo le había vuelto a la cabeza y como cada vez se sentía peor por los recuerdos, ni siquiera era capaz de concentrarse para leer el menú; para cuando Bowy volvió el aun no sabía que quería.

Jack lo salvó diciendo que el invitaba la primera ronda de cervezas y pidió unas costillas para compartir.

La música que sonaba de fondo se detuvo para que una luz alumbrara hacia la tarima.

─Buenas noches, quiero darles la bienvenida a The Hometown, un lugar inspirado en casa, para que ustedes se sientan en casa─ Una mujer en traje se subió en la tarima caminando de un lado a otro mientras decía su discurso, la luz que la alumbraba hacia difícil verle la cara desde la posición donde Alan estaba pero se le escuchaba perfecto y su voz le sonaba igual de familiar que ese bar ─Mi nombre es Graciela Smith y quiero invitarlos a que disfruten conmigo este próximo acto que les traemos─

El mundo se le vino abajo.

La voz cobro sentido.

La luz dejo de iluminarle la cara y pudo reconocerla.

─Démosle la bienvenida y un gran aplauso a Jackson Maine que nos va a tocar una canción original.

Alan estaba en estado de shock todavía ¿Sera posible que fuera ella? ¿Sera posible que después de tantos años la haya encontrado y por casualidad? Pudo haberse equivocado al verle el rostro, pudo haberse predispuesto y su cerebro le jugó una mala pasada.

La siguió con la mirada y la vio desaparecer detrás de una puerta al lado de la barra. Se levantó instintivamente, como queriendo seguirla, no podía dejar que se le volviera a escapar ya que la tenía tan cerca.

─Oye, ¿Estas bien? ¿Qué pasó? Estas pálido─ Jack lo estaba mirando y halándolo por el brazo para que volviera a sentarse, la fuerza que este aplico en uno de los halones lo logró sentar haciendo que ahora Alan lo mirara.

─ ¿Que fue eso? ─ le impetó.

─Estabas hipnotizado hermano, mirabas hacia el infinito y tu cara es como si hubieses visto un fantasma ¿estás bien?

─Si si, necesito ir un segundo al baño─ Les dijo para salir del paso y volverse a levantar y así encaminarse hacia la puerta por donde había visto desaparecer a la chica.

Tenía un par de planes, podía simplemente entrar a pesar de que la puerta tenía el cartel que decía solo personal autorizado, a menos de esa forma podría salir rápidamente de su duda, pero quizás si no lo era podría causarles problemas y terminar echándolos de allí.

La segunda opción era apoyarse en la barra esperando a que volviera a salir, si era la presentadora debería salir cuando el chico terminara de tocar lo que ahora era una canción bastante animada con la guitarra, -justo como aquella noche- no pudo evitar pensar.

Se decidió por la segunda, era más pasiva y probablemente era la que menos iba a lograr causar una mala impresión si todo lo que el creía era erróneo.

Miro de reojo a la mesa donde estaban sus compañeros y pudo ver como Jack no le quitaba la vista de encima, así como pudo notar cuando el mesero trajo las cosas y se quedó unos segundos más de los que debería hablando con Samantha.

Le sudaban las manos, en realidad, estaba sudando entero por los nervios.

─ ¿Señor le puedo ofrecer algo?

La chica de la barra le preguntó de repente, probablemente el que estuviera allí parado haciendo absolutamente nada podría ser bastante sospechoso.

Así que tuvo que pensar rápido.

─Si, puedes darme una servilleta.

La chica lo miro totalmente extrañada y asintió dándose media vuelta para buscar la servilleta que Alan pidió.

En ese momento la puerta que estaba custodiando se abrió nuevamente para dejar salir a la misma mujer en traje; Alan se dio la media vuelta necesaria para quedar cara a cara con ella.

Y definitivamente era SU Graciela.

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