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Hola, amigos, esta es mi primera publicación "formal" ya que la anterior fue mi presentación. Deseo compartir con ustedes un pasaje de mi niñez.
Soy la mayor de mis hermanos y de niña, Josefina, mi madre, no me dejaba "ni a sol ni a sombra". Yo la llamaba por su nombre: Josefina, o, simplemente "Fina" ya que a la que decía "mamá" era a mi abuela.
Fina mantenía el sustento de la casa vendiendo números de lotería de casa en casa. Tenía su clientela fija, y cuando salía a hacer su recorrido de entrega de números me llevaba con ella.
Como les comenté antes, siempre que salía me llevaba, fuera a vender números, o a la bodega, a hacer mercado, a casa de una amiga. Siempre, siempre me llevaba consigo, nunca salía sola.
Una vez, recuerdo que fuimos a llevar números a una casa donde estaba un niño columpiándose en un mecedor muy sencillo: simplemente un caucho (llanta, neumático) atado con una cuerda a la rama de un árbol. Me atrajo mucho ese juego y pensé que quería tener un columpio así (acá en Venezuela le decimos "mecedor") y,apenas llegué a casa puse manos a la obra. No había cauchos (neumáticos,llantas) por parte alguna pero sí logré conseguir un rin de bicicleta que no tenía rayos, era sólo el aro, lo cual hacía que fuera perfecto para mi proyecto.
Busqué un mecate, una silla para encaramarme y en pocos minutos tenía mi flamante mecedor colgando de una de las ramas de la mata de ciruela.
Me subí y al segundo envión (que pensé vanamente que sería el segundo de muchos) la rama se rompió, caí al suelo asustada,adolorida y, de ñapa,con la rama encima que para mi edad y contextura era "pesadísima".
Entre sollozo me desgajé en gritos:
- ¡Mamaaaaaaaá! ¡Finaaaaa!! ¡Tíaaaaa!!!
Vinieron en mi auxilio y lo que obtuve fue el regaño adicional y un chancletazo por mi imprudencia. Así terminó uno de los pocos pasajes de mi infancia relacionado con juegos ya que lo demás fue siempre trabajar y "llevar más palos que una gata ladrona"