Hello, Hive friends, welcome to my blog. Before leaving home, I usually make my delicious coffee with my exact measure, so it's neither too bitter nor too light, just right, but when the opportunity arises to have it outside, I get excited. Coffee for me is my energizer; since I was little, I have been drinking coffee in the mornings, in the afternoons, with a little bread or just by itself; coffee is already a part of my life.

This morning I decided to give myself a little break and go out for a delicious coffee at one of my favorite cafes. Since I woke up, I felt that I needed that moment to go out and have my little coffee. After getting ready, I headed to the place that has become my morning refuge on some occasions. Upon arriving, the aroma of freshly brewed coffee warmly welcomed me, enveloping me like a hug.

The café was full of life, with the soft murmur of conversations and the sound of cups clinking. I settled at a table next to the Nescafé machine where the light gave me a sense of warmth. I ordered a creamy latte, my favorite, and decided to pair it with a slice of freshly baked pizza, which almost always turns out to be the perfect breakfast combination.

While I waited for my order, I took a moment to look around me. I saw a group of friends laughing and enjoying their drinks, a couple talking softly, and a man focused on his laptop, probably working on some important project. Each person seemed to be enjoying their own moment, and I felt fortunate to be part of this little world.

When my latte finally arrived, the barista smiled at me as she handed it over, and the first sip was pure happiness. The creamy foam and the flavor of the espresso combined perfectly, giving me a moment of simply delicious pleasure. While I enjoyed each bite of my pizza, I felt the stress and worries gradually fading away.

This ritual of going to the café is more than just consuming coffee; it's a moment of pause amidst the daily hustle. It allows me to connect with myself and reflect on what is to come. Spending time in this cozy place reminds me of the importance of enjoying the little pleasures, those things we often take for granted.

When I finished, I felt renewed and ready to face the day. I left the café with a smile on my face, grateful for that moment of calm and delight. Without a doubt, a perfect way to start the day. ☕ That's all for today; see you in the next post.

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Disfrutando mi dosis diaria de café

Hola, amigos de Hive, bienvenidos a mi blog. Antes de salir de casa, suelo hacer mi delicioso café con mi medida exacta, que no quede ni muy amargo ni muy claro, en el punto, pero cuando sale la oportunidad de tomarlo fuera, me emociono. El café para mí es mi energizante; desde pequeña tomo café en las mañanas, en las tardes, con pansito o solo; ya el café hace parte de mi vida.

Esta mañana decidí darme un pequeño espacio y salir a tomar un delicioso café en una de mis cafeterías favoritas. Desde que desperté, sentí que necesitaba ese momento de salir a tomarme mi cafesito. Después de alistarme, me dirigí hacia el lugar que se ha convertido en mi refugio matutino en algunas oportunidades. Al llegar, el aroma del café recién hecho me recibió calurosamente, envolviéndome como un abrazo.

La cafetería estaba llena de vida, con el suave murmullo de las charlas y el sonido de las tazas chocando. Me acomodé en una mesa junto a la máquina de Nescafé donde la luz me regalaba una sensación de calidez. Ordené un latte cremoso, mi favorito, y decidí acompañarlo con una ración de pizza recién horneada, que casi siempre resulta ser la combinación perfecta para desayunar.

Mientras esperaba mi pedido, me tomé un momento para observar a mi alrededor. Vi a un grupo de amigos riendo y disfrutando de sus bebidas, a una pareja conversando suavemente y a un hombre concentrado en su computadora portátil, probablemente trabajando en algún proyecto importante. Cada persona parecía estar disfrutando de su propio momento, y me sentí afortunada de formar parte de este pequeño mundo.

Cuando finalmente llegó mi latte, la vendedora me sonrió al entregármelo, y el primer sorbo fue pura felicidad. La espuma cremosa y el sabor del espresso se combinaban a la perfección, brindándome un instante de placer sencillamente delicioso. Mientras disfrutaba de cada bocado de mi pizza, sentía cómo el estrés y las preocupaciones se desvanecían poco a poco.

Este ritual de ir a la cafetería es más que solo consumir café; es un momento de pausa en medio del ajetreo diario. Me permite conectar conmigo misma y reflexionar sobre lo que está por venir. Pasar tiempo en este acogedor lugar me recuerda la importancia de disfrutar de los pequeños placeres, esas cosas que a menudo damos por sentado.

Al terminar, me sentí renovada y lista para enfrentar el día. Salí de la cafetería con una sonrisa en el rostro, agradecida por ese momento de calma y deleite. Sin duda, una manera perfecta de comenzar la jornada. ☕ Esto es todo por el día de hoy; nos vemos en el siguiente post.

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