Hello, friends of the best day of the week.
We're in the summer vacation months. So, I decided to take a week off from work and spend a week with my family in Havana.
To better manage our time, we left early on Saturday morning to arrive early on Sunday and make the most of it.
Unfortunately, we had to leave separately on two different buses. However, we arrived in Havana practically together, just in time for breakfast.
We didn't want to waste a minute, and after showering and having breakfast, we went out to visit Maestro Jesús Ortega, my wife's teacher and almost a father to her.
We decided to walk around to show the children some of the city's wonders, such as the Christopher Columbus Cemetery.
This cemetery is famous for its thousands of sculptures and statues.
Once on the other side, we stopped for a snack, a drink of water, and a cool-off from the sun before continuing on our way.
At Maestro Ortega's house, we enjoyed his conversation and the thousands of stories and anecdotes he told us during each visit.
Of course, in the home of a master guitarist, you have to play the guitar.
We said goodbye to the Maestro and headed home for lunch to regain our strength and go out for another walk, this time to the 26th Street Zoo.
We were there for hours observing different species of terrestrial fauna, but the children were enchanted by many of the animals. You could say they weren't interested in the condor, the deer, the squirrels, the camels, the crocodiles, or the alligators...
The greatest excitement and joy lay only with the big cats: the leopards and lions.
And I can't blame them. It was very similar as a child.
That was the end of the first day's walks. But the wonders wouldn't end there. At dusk, they both stopped on the balcony to enjoy the sunset.
This is a beautiful sight that not everyone can enjoy, much less have the sensitivity to appreciate it.
During the weeks, we also went out to many places.
Among the things we enjoyed most were the shooting range and mini golf...
And the National Aquarium of Cuba.
That way we can say we did eco-tourism, both land and sea.
There's something about the smell and beauty of the sea that hypnotizes, attracting everyone when we're near it.
Until last Sunday came, for our bad luck, because we still had a lot to see.
So the boys and I decided to take a walking tour of Vedado, while my wife would go for one last visit before returning to Las Tunas.
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We walked from the house to Paseo Street.
This is an area full of old and early 20th-century buildings. The architecture of the Medalist was key to Havana being named a Wonder City.
This house is an example of architectural beauty.
From there we headed to the Havana Malecón.
Everyone who visits the Malecón has to stand on it and embrace the sea breeze and breathe. Breathe as if you wanted to drink in all the beauty of the Caribbean Sea.
Our walk continued along the Malecón. This way, we reached the Casa de las Américas.
And then, we continued on our way until we left the Malecón and entered the Hotel Nacional, to refill our water supply and rest a bit.
A family of peacocks kept us company.
From the iconic Hotel Nacional de Cuba, we headed out to the most famous ice cream shop in the country: Coppelia.
However, before entering, we took a photo at the ground floor of the tallest building in the country.
Perhaps it's nothing to other countries, but nothing like this had ever been built in Cuba, and the kids had to see it.
What better way to conclude a sublime tour on an equally sublime Sunday than with an exquisite ice cream?
Don't think twice, there's no better way to end our vacation and Sunday than by eating lots of ice cream with the family.
So, our vacation over, we headed to the bus terminal to return to Las Tunas.
It was a great vacation. However, the best of all were these two #amazingSundays.
The first and last Sundays were, by far, the most incredible days of all.
My boys feel the same way.
Versión en español
Hola, amigos del mejor día de la semana.
Estamos en los meses de vacaciones. Por tanto, decidí salir del trabajo y tomamos una semana de descanso con mi familia en la Habana.
Para gestionar mejor el tiempo, salimos en la madrugada el sábado para llegar bien temprano el domingo y aprovecharlo al máximo.
Por desgracia tuvimos que salir por separado en dos ómnibus diferentes. Sin embargo, llegamos prácticamente juntos a La Habana, justo a tiempo para desayunar.
No quisimos perder ni un minuto y después de bañarnos y desayunar, salimos a visitar al Maestro Jesús Ortega, maestro de mi esposa y casi un padre para ella.
Decidimos ir caminando para así mostrarles a los niños algunas de las maravillas de la ciudad, como lo es el caso de la Necrópolis Cristóbal Colón.
Este cementerio es famoso por sus millares de obras escultóricas y estatuas.
Una vez del otro lado paramos un momento para merendar tomar un poco de agua y refrescar del sol antes de continuar nuestro camino.
En la casa del maestro Ortega disfrutamos de su conversación y de las miles de historias y anécdotas que nos cuenta en cada visita.
Por supuesto, en casa de un Maestro guitarrista hay que tocar la guitarra.
Nos despedimos del Maestro y nos dirigimos a casa a almorzar para recuperar fuerzas y volver a salir de paseo, esta vez al Zoológico de 26.
Estuvimos allí durante horas observando disímiles especies de la fauna terrestre pero los niños A pesar que se quedaron encantados con muchos animales. Se puede decir que no les interesaba ni el cóndor, ni los venados, ni las ardillas, ni los camellos, ni los cocodrilos o caimanes...
La gran emoción y alegría fue solo con los grandes felinos: los leopardos y leones.
Y no puedo culplarlos. De niño era muy parecido.
Aquel fue el cierre de los paseos del primer día. Pero las maravillas no terminarían ahí. A la hora del ocaso, ambos se detuvieron en el balcón para disfrutar de la puesta del sol.
Este es un hermoso espectáculo del que no todos pueden disfrutar y mucho menos personas tienen la sensibilidad para disfrutarlo.
Durante la semanas también salimos a muchos lugares.
Entre los que más disfrutamos estuvieron el campo de tiro, el mini golf...
Y el Acuario Nacional de Cuba.
De ese modo podemos decir que hicimos turismo ecológico, de mar y tierra.
Hay algo en el olor y la belleza del mar que hipnotiza, atrae a todos cuando nos encontramos cerca.
Hasta que llegó el último domingo, para nuestra mala suerte, porque aún nos quedaba mucho por ver.
Así que los muchachos y yo decidimos hacer un recorrido a pie por el Vedado; mientras que mi esposa iría a realizar la última visita antes de volver a Las Tunas.
Salimos caminando desde la casa, hasta la Calle Paseo.
Esta es una zona llena de construcciones antiguas y de principios del siglo XX. La arquitectura del medallada fue clave para el otorgamiento a la Habana de la denominación como ciudad maravilla.
Esta casa es una muestra de la belleza arquitectónica.
De ahí nos dirigimo hasta el Malecón habanero.
Todo aquel que visita el Malecón tiene que pararse en él y darle pecho a la brisa marina y respirar. Respirar como si quisieras beberte toda la hermosura del mar Caribe.
Nuestro caminar continuó a lo largo del Malecón. De esta manera llegamos hasta la Casa de las Américas .
Y luego, continuamos camino hasta que dejamos el Malecón y nos adentramos en el Hotel Nacional, para reabastecernos de agua y descansar un poco.
Una familia de pavos reales nos hicieron compañía.
Del icónico Hotel Nacional de Cuba, salimos hasta la heladería más famosa del país: Coppelia.
Sin embargo, antes de entrar, nos tomamos una foto en los bajos del edificio más alto del país.
Quizás para otros países no es nada, pero en Cuba nunca se había construido nada así, y los muchachos tenían que verlo.
¿Qué mejor manera de concluir un recorrido sublime en un domingo también sublime que con un exquisito helado?
No lo piensen, no hay otra manera mejor que terminar nuestras vacaciones y el domingo, que comiendo muchísimo helado junto a la familia.
Así que, concluidas nuestras vacaciones, nos dirigimos a la terminal de ómnibus para regresar a Las Tunas.
Fueron unas excelentes vacaciones. Sin embargo, lo mejor de todo fueron estos dos #domingosublimes.
El primero y el último domingo, fueron, por mucho, los días más increíbles de todos.
Mis muchachos piensan igual.