¡Hola, Freewriters!
Hoy les traigo un poema que nació de una reflexión cuando tuve una sesión con una psicóloga con el tema profundo sobre el peso de los recuerdos, las batallas internas, y esa búsqueda constante de nuestra verdadera identidad. A veces, nos encontramos en un lugar desolado, sosteniendo apenas los pedazos de nuestra alma, tratando de entender por qué estamos aquí y cuál es nuestra razón para luchar.
Recuerdos rotos, piezas en el viento,
la verdad oculta, un eco sin aliento.
He olvidado mi nombre, mi esencia, mi ser,
¿qué ocurrió en aquel instante, dónde dejé mi ayer?
Parado estoy, sosteniendo mi alma,
un lugar desolado, sin rastro ni calma.
El frío me abraza, me arrastra el pesar,
pero aún me levanto, dispuesto a luchar.
La única certeza que vive en mi pecho,
es que el dolor sangrará su derecho.
Habrá una realidad, marcada por llanto,
el hombre en el espejo asiente, su manto.
Es el único que queda, testigo silente,
su mirada vacía, su reflejo doliente.
Cabalgaré sobre la esperanza, frágil y fugaz,
pues las montañas no devuelven lo que se les da jamás.
¿O no? Tal vez esconden respuestas cautivas,
en la cima mortal donde la verdad es altiva.
Habrá una realidad, y el dolor la dirá,
la única certeza que en mi alma está.
He perdido mi identidad, un abismo sin fin,
preguntándome ¿quién soy en este confín?
Para hallar la verdad, enfrentarme al espejo,
debo escalar la cordillera, traspasar su reflejo.
Desde la altura mortal, miro hacia abajo,
y entiendo al fin mi razón en este trabajo.
Lucho por mi identidad, mi esencia olvidada,
una verdad en la cima, mi alma anhelada.
En esta comunidad, sabemos que la escritura es un espejo donde encontramos respuestas y, a veces, nuevas preguntas. Este poema me hizo reflexionar sobre cómo enfrentamos el dolor, cómo seguimos escalando aunque las montañas no devuelvan lo que se llevan.
¿Qué significa para ustedes luchar por su identidad?
¿Han sentido alguna vez que el hombre (o mujer) en el espejo era el único que quedaba?
Espero sus reflexiones, historias o poemas en los comentarios. ¡Sigamos escribiendo desde el alma!
