> Este microrrelato nace de un ejercicio autodidacta de personificación narrativa, donde mi celular reclama un respiro para que vivamos bonito más allá de la pantalla.
De verdad, ¡gracias por elegirme!
Después de tantas vueltas y revisaderas, me escogiste más por mis capacidades que por mi precio. Me halagaste: me cuidas, me cargas y hasta me guardas en mi estuchito.
Pero necesito decirte algo (espero que no te lo tomes a mal):
Dame un break.
A veces me agobias con tantas ventanas abiertas. Me canso de tu voz, de los timelapse, del “tikitaki” cuando tecleas un ensayo o lanzas emoticones para Antonio.
¡Pará un poco, reina! La vida no se mide por los minutos en pantalla.
Sí, sé que esa es mi función, pero ¿no tienes otra cosa qué hacer? ¿Coser, cocinar, tejer… o simplemente rascarte la cabeza?
Y no hablemos del alcohol para limpiarme: ese frío astringente y el pañito incansable me van a desgastar.
Dame un break.
Por cierto, tu antiguo Redmi 9 no se “ponía tieso” por la RAM… era por puro agotamiento.
Ahora, con un uso de 3–4 horas al día, funciono rapidito.
Te regalo ese tiempo para que vivas bonito… no solo para que lo muestres en una pantalla.
> Gracias por leerme. Si te gustó este texto, te invito a conocer más sobre mi proyecto de escritura y estilo de vida consciente. Sígueme en Instagram como @3l3ida. Vivo bonito, escribo bonito.