“COLD CALLING”
***
“It's easy to tell a true collector from a mere hoarder.”
The lesser demon paused dramatically; he wanted to get the attention of the enormous beast guarding the entrance to the auction house. The horned giant blocked his path and insisted on ignoring him; perhaps, from so high up, his hairy ears could only hear the cries of the damned.
But that didn't stop our little charlatan, who clung to the only thing he believed he had long since abandoned at the gates of hell: hope. A feeling that, miraculously, he seemed to have partially regained thanks to what he was determined to hide in the bag hanging from his fragile neck. He continued with his speech, rehearsed so many times, but this time he brought his hands to his mouth and shouted louder, pointing directly at the space where the guardian's head was.
“I need to see your master,” he emphasized each word as if addressing a very small child. A third eye on the forehead of the monster's large goat head was now fixed on him, as if it wanted to freeze him, while the large trident it held in its hands was stuck at the feet of the little demon, causing him to lose his balance with the force of the impact.
“You're not on the list,” the enormous figure said dryly as he regained his position in front of the entrance, amid the commotion of the demons who had abandoned their pacts to see what was happening outside the circle, at the entrance to the auction house. They seemed strangely attracted to a glow escaping from the half-open bag carried by the demon now lying on the ground. He was more concerned with stifling that light than regaining his composure. By the time he managed to close the bag, it was too late; he had attracted too much attention.
A claw offered to help him. “Excuse our manners,” said the elegant figure as he offered to help him up. “would you like to swop?, our master and the auction house would be delighted to welcome you.”
Despite his fear, the lesser demon felt victorious. “Of course, I've been trying to make that clear to your employee for some time,” he said with feigned indignation as he crossed the circle escorted by his enigmatic companion, amid the snorts of the auction house guardian.
“I recognize a collector, and I have a very special item that I'm sure your master will like.”
VERSIÓN EN ESPAÑOL
“PUERTA FRÍA”
***
—Es fácil reconocer a un auténtico coleccionista por encima de un simple acumulador—
El demonio menor hizo una pausa dramática; quería llamar la atención de la enorme bestia que guardaba la entrada de la casa de subastas. El gigante cornudo le cerraba el paso e insistía en ignorarle; puede que, tan arriba, sus orejas peludas solo alcanzaran a oír los gritos de los condenados.
Pero eso no detuvo a nuestro pequeño charlatán, que se aferraba a lo único que creía haber abandonado hacía tiempo en las puertas del infierno: la esperanza. Un sentimiento que, milagrosamente, parecía haber recuperado en parte gracias a lo que se empeñaba en esconder en la bolsa que llevaba colgada de su frágil cuello. Continuó con su discurso, tantas veces ensayado, pero esta vez acercó las manos a la boca y gritó más fuerte, apuntando directamente al espacio donde estaba la cabeza del guardián.
—Necesito ver a tu señor— recalcó cada palabra como si se dirigiera a un niño muy pequeño. Un tercer ojo en la frente de la gran cabeza de cabra del monstruo estaba ahora fijo en él, como si quisiera congelarlo, mientras el tridente de grandes dimensiones que sujetaba entre sus manos se clavaba a los pies del pequeño demonio, haciéndole perder el equilibrio con la fuerza del impacto.
—No estás en la lista—sentenció secamente la enorme figura mientras recuperaba su posición delante de la entrada, entre el revuelo de los demonios que habían abandonado sus pactos para curiosear qué pasaba fuera del círculo, a la entrada de la casa de subastas. Parecían extrañamente atraídos por un fulgor que se escapaba de la bolsa entreabierta que portaba el demonio que ahora estaba en el suelo. Estaba más preocupado en sofocar esa luz que en recuperar la compostura. Cuando consiguió cerrar la bolsa, ya era tarde; había llamado demasiado la atención.
Una garra se ofreció para ayudarle —Disculpe nuestros modales —dijo la elegante figura mientras le ofrecía ayuda para levantarse— ¿Si lo que quiere es un trueque? Nuestro maestro y la casa de subastas estarán encantados de recibirle—
A pesar del miedo, el demonio menor se sentía victorioso.—Por supuesto, justo llevaba tiempo intentando hacérselo entender a su empleado— dijo con falsa indignación mientras atravesaba el círculo escoltado por su enigmático acompañante, entre los bufidos del guardián de la casa de subastas.
—Se reconocer a un coleccionista, y tengo un artículo muy especial que estoy seguro será del agrado de su maestro—