Buenos días:
Meditación y atención plena o mindfulness son prácticas con las que me encontré hace años y me interesaron al punto de intentar su práctica guiado por diferentes textos y videos de orientación.
Siguiendo las instrucciones de estos, alcance un grato estado de relajación y a posterior una agradable calma, no seducido por las connotaciones religiosas de algunos promotores de dicha práctica, no profundice en ello, pero por ese mismo tiempo tropecé con un libro que llamo mi atención.
Un título sugerente, un autor que despertó cierta desconfianza. Una canalización explica quién lo escribió. Para ese momento comencé su lectura con cierta desconfianza y precaución.
La verdad, no entendía nada, o casi nada, pero ejercía una atracción por la que me deje seducir. Tras repasar el índice y el prefacio introductorio, perdido en el texto del primer capítulo, me lancé a la parte final y leí casi que de corrido las 100 páginas.
Luego de una pausa, inicie la lectura de la parte del medio. 365 ejercicios de meditación que fui leyendo a razón de uno por día y a veces los repetía. Seguía sin enterarme del todo, pero continúe adelante, más de un año antes de leer la parte inicial que me tomo mucho más tiempo. Cuatro años para leer todo el libro en su totalidad. Algo fuera de lo normal para quien devora novelas de 1.000 páginas en pocos días.
Pero esto no es un texto de entretenimiento, estoy consciente de no haber alcanzado a comprender la totalidad de UN CURSO DE MILAGROS, que es libro a que me refiero, a pesar de lo cual su lectura ejerció una profunda influencia en mí, una especie de reseteo mental que ha traído grandes beneficios. El primero me enseño a meditar sin guía, sin música, con solo cerrar los ojos y a veces con los ojos abiertos y caminando.
Hoy me decido a compartir esta experiencia por una observación práctica reciente. Mi forma de pensar ha cambiado con los años, ahora gracias a estas prácticas soy capaz de poner freno a los caballos desbocados que pueden llegar a ser los pensamientos.
Imposible congelar o detener a la mente, pero a través de la atención en la respiración se llega a la calma.
Toma tiempo, como casi todo lo que es valioso, y da otros frutos, como una mayor amplitud de pensamiento. No sé si la mente crece, o solo crecen sus atributos: Memoria, voluntad, amplitud de visión y comprensión, independencia, reflexión en lugar de reacción y muchas más con seguridad, intuición, tal vez.
Ahora tengo por delante un arduo trabajo, darle a esta mente un cuerpo más sano mediante el ejercicio físico, que la verdad, encuentro con gran facilidad escusas con que eludir.
¿Alguna sugerencia mágica? Motivación en una palabra.
Espero algún comentario y como siempre, hasta mañana.
Foto de mi humanidad tomada con tablet fire HD 8 .
Acostumbro meditar sentado, aunque a veces de esta manera, al estilo oriental, hoy con fines ilustrativos, nada más.