Buenos días.
Recorrido un tercio del camino proyectado, el movimiento continúa por impulso a velocidad constante, la conexión ha sido débil en los últimos días, posiblemente a causa del incremento de equipos conectados, pero afortunadamente no se ha cortado. Pues aunque la bitácora personal continuara sin interrupción, a efectos del algoritmo estadístico, el contador volvería a 1 como consecuencia de la interrupción.
Durante la jornada pasada, sucedieron casos insólitos en la dimensión paralela. Antes que Dionisio liberase a Midas de su don, la peluquera que no oso tocar sus cabellos y ni siquiera se le acercaba, mientras desfallecía del hambre, lo seguía atenta a todos sus movimientos y cuando los ministros ponían a buen recaudo cuanto tocaba, al salir de la habitación el cortejo temeroso de Midas, ya un servidor está en el almacén convertido en estatua dorada, sin que nadie la advirtiera, la peluquera, armada de una palita y un cepillo, recogía hasta la última mota de caspa desprendida de la testa del monarca.
Cuentan que a la llegada del dios Dionisio, la peluquera desapareció de palacio con gran sigilo y no fue, sino años después que tuvieron noticias de su paradero, se instaló en la isla de Lesbos, donde inauguro un spa y peluquería para la comunidad y gozaba de excelente reputación entre poetisas y actrices. Aseguran que le dedicaron una comedia donde relataban sus proezas, pero declino que la pusieran en escena, por temor a que de Frigia la reclamaran por evasión de impuestos y aunque vivió con ese temor, se escapó por los pelos.
Y con este capítulo incógnito de la griega mitología, les digo:
Hasta mañana.