
Era un sábado muy caluroso en el pueblo, pero esto no era obstáculo alguno para que sus habitantes de todas las edades se reunieran cerca de la tienda de abarrotes, allí esperaban pacientes desde temprano a que la carreta de la medicina llegara con su variedad de productos, era inimaginable el cargamento de productos que traía el Doctor Remedios, así llamaban al dueño de la carreta, un hombre como de 50 años siempre acompañado por su joven hijo, los clientes más habituales eran las mujeres, estas esperan cada quince días la llegada de la carreta para comprar: polvos perfumados de lavanda, agua de colonia para después del baño y un sin fin de otras cosas de mujeres.
Una vez que las mujeres se retiran toca el turno a los hombres, estos siempre aguardan por tabaco de Izmir para fumar en pipa y el preciado rapé francés para esnifar, otro producto que se vendía muy bien entre los jóvenes era un brebaje a base de orujo, regaliz y alcohol que mezclaban con aceite de culebra y castor, dicen quienes lo beben que el primer trago es suave, pero el segundo se convierte en un trago amargo que remueve todo lo que se tenga en el estómago, pero el efecto que todos buscaban era el efecto secundario de esta bebida, después de beber media botella, los efectos afrodisíacos en algunos casos se mantenían hasta que la carreta volviera al pueblo en su próximo viaje, sin duda era el producto más vendido de todos.
No saben estimados lectores cuánto echo de menos a mi padre, el famoso Dr. Remedios, han pasado cincuenta años y su recuerdo aun vive en mi...
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Spanish Freewrite 16 de Abril
