Medina Beach: palm trees, golden sand, and my children's laughter. Just where I want to be [Eng-Esp]

¡Saludos viajeros del mundo! Sean bienvenidos una vez más a mi blog. En esta oportunidad los invito a visitar Playa Medina, una de las joyas del oriente venezolano, ubicada en el hermoso Estado Sucre. Acompáñenme en este recorrido de aventura.

Me encanta la playa, sin duda es el sitio donde me gusta estar. Desde hace tiempo tenía en mi lista de deseos visitar este paraíso natural. Pero esta vez, el viaje tenía un propósito más especial: los pediatras me recomendaron llevar a mi bebé, quien tuvo dificultades respiratorias al nacer, para que disfrutara de la brisa marina. Y así fue como, en familia, emprendimos el rumbo hacia este rincón mágico del país.

Llegar a Playa Medina es sentir que uno está al final de Venezuela, justo donde el país se encuentra con el vasto y majestuoso Mar Caribe. La vista es sencillamente impresionante. Apenas pisas la playa, te reciben unas palmeras altas, delgadas y ondeantes, que se mueven suavemente al ritmo del viento. Los cerros verdes que enmarcan la bahía completan una postal perfecta, casi irreal, les juro que brotaron lágrimas de mis ojos al ver tanta belleza natural. Es un paisaje que inspira paz, recogimiento y mucha gratitud.

El agua es tranquila y cristalina, perfecta para los niños. No hay olas agresivas, por lo que pudimos nadar y jugar con seguridad. La arena dorada y suelta es un deleite para los pies, y para el bebé fue toda una experiencia sensorial: ¡le encantó! Se revolcó en la arena y chapoteó felizmente en la orilla. Fue maravilloso verlo disfrutar con tanta libertad. Mientras que mi hija no quería salir del agua.

Pasamos todo el día allí. Caminamos, reímos, jugamos, tomamos muchas fotos y nos dejamos abrazar por el sol y la brisa. Lo mejor de todo es que, a pesar de ser un lugar bastante conocido, se siente auténtico, natural y no invadido por multitudes ni construcciones desmedidas. Es un sitio para reconectar con la tierra, con el mar y con los nuestros.

Y como todo buen viaje venezolano, no podía faltar una experiencia culinaria. Tuvimos la dicha de probar un plato muy típico de la región: pescado frito con tostones y ensalada. ¡Una delicia total! El pescado estaba fresco, crujiente por fuera y suave por dentro, y los tostones fueron el complemento perfecto. Comimos frente al mar, bajo la sombra de un bohío, mientras los niños seguían felices por estar en contacto con la arena.

Playa Medina se ha convertido en uno de mis lugares públicos favoritos. No solo por su belleza natural, sino por lo que significó para nosotros como familia. Fue un día de descanso, de sanación y de disfrute puro. Me siento profundamente agradecida de haber conocido este rincón del oriente venezolano, y sinceramente espero poder volver muy pronto.

Si buscan un lugar para desconectarse del bullicio, respirar aire limpio, y vivir un día familiar inolvidable, no duden en visitar Playa Medina. Venezuela guarda en su geografía verdaderos tesoros, y este es, sin duda, uno de ellos.

Nos vemos en una próxima oportunidad. Chao!