Hola, hivers✨
Bienvenidos a mi blog una vez más. Que la paz y el amor los acompañen.
Ayer tocó visitar un sitio sui generis ubicado en Jaimanitas, pueblo costero perteneciente al litoral norte de La Habana. Un lugar que parece sacado de un libro de cuentos fantásticos.
Allí, los colores se mezclan por doquier con fachadas de casas, galerías de pinturas, restaurantes, bancos de parques y paradas de autobuses. Allí, la realidad danza con los sueños.
Al adentrarme en la calle 226, esquina 3ra A de Jaimanitas, fue como hacer un viaje al corazón del arte comunitario creado por el artista José Rodríguez Fuster.
En estas obras, que son murales hechos con gran detalle y paciencia, el artista utiliza como materia prima, fragmentos de lozas rotas (muchas aportadas por los mismos miembros de la comunidad) y combina elementos del cubismo, surrealismo y arte naíf, con motivos como palmeras, sirenas, gallos, banderas cubanas y escenas de la vida cotidiana.
Caminar por Fusterlandia, que no es Disneylandia, es disfrutar de un proyecto artístico único en el mundo.
El nombre de Fusterlandia le fue dado por un periodista estadounidense que visitó el lugar y tuvo a bien bautizó así.
Durante mi recorrido pude contar más de cincuenta fachadas de casas, restaurantes, bodegas y hasta un consultorio médico, con mosaicos coloridos como caleidoscopios, donde se entrelazan modernismo y cultura caribeña, convirtiendo a un barrio humilde en un "museo al aire libre".
Es muy común ver turistas en la zona. Allí supe de la visita de figuras internacionales como Madonna, Katy Perry y Sean Penn.
Cuando llegué a la casa de Fuster, que es el centro del proyecto, vi que cuenta con escaleras en espiral, balcones y un mirador con vistas al "laberinto" artístico.
Subí hasta el mirador (4to piso) desde donde tomé muchas de las fotos que les muestro. Una verdadera fiesta para los ojos. Ojalá pudiera mostrarles todas las fotos que tomé, pero eso es imposible.
Un inmueble que llamó mi atención, por si imponencia y magestuosidad, fue el del restaurante "Cria Cuervos...", propiedad de Fuster.
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Al entrar, imaginé que estaba en la capilla de una iglesia con su techo cóncavo y sus espectaculares dibujos.
Gracias a Fusterlandia, Jaimanitas es conocida en muchas partes del mundo. Es un sitio especial. Además de ser una original atracción turística, es también un testimonio de cómo el arte transforma espacios y comunidades.
Con su mezcla de fantasía y realidad, Fusterlandia honrra la identidad nacional y la creatividad colectiva.
A VISIT TO FUSTERLANDIA
Hello, hivers ✨
Welcome back to my blog once again. May peace and love be with you.
Yesterday was the day to visit a sui generis place located in Jaimanitas, a coastal town on Havana’s northern shore. A place that seems straight out of a book of fairy tales.
There, colors blend everywhere—on house facades, art galleries, restaurants, park benches, and bus stops. There, reality dances with dreams.
Walking into 226th Street, corner of 3ra A in Jaimanitas, felt like a journey into the heart of community art created by artist José Rodríguez Fuster.
These works—detailed and painstaking murals—are made by the artist using broken ceramic tiles as raw material (many donated by community members themselves). He blends elements of Cubism, Surrealism, and Naïve art, featuring motifs like palm trees, mermaids, roosters, Cuban flags, and scenes of daily life.
Walking through Fusterlandia—which is not Disneyland—means enjoying a unique artistic project in the world.
The name "Fusterlandia" was given by an American journalist who visited the place and kindly baptized it as such.
During my tour, I counted over fifty house facades, restaurants, corner stores (bodegas), and even a doctor’s office adorned with kaleidoscopic mosaics. Here, modernism and Caribbean culture intertwine, turning a humble neighborhood into an "open-air museum."
It’s very common to see tourists in the area. There, I learned about visits by international figures like Madonna, Katy Perry, and Sean Penn.
When I arrived at Fuster’s house—the heart of the project—I saw spiral staircases, balconies, and a lookout point overlooking the artistic "labyrinth."
I climbed up to the lookout (4th floor), where I took many of the photos I’m sharing with you. A true feast for the eyes! I wish I could show you all the photos I took, but that’s impossible.
One building that caught my eye, for its imposing majesty, was the restaurant "Cría Cuervos..." (Raise Crows...), owned by Fuster.
Upon entering, I felt as if I were in a chapel—with its concave ceiling and breathtaking drawings.
Thanks to Fusterlandia, Jaimanitas is known around the world. It’s a special place. Beyond being an original tourist attraction, it’s also a testament to how art transforms spaces and communities.
With its blend of fantasy and reality, Fusterlandia honors national identity and collective creativity.
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