In Lara State, Venezuela, there are many beautiful places. Lara covers an area of 19,800 km², about half the size of Switzerland (41,285 km²). Two places in the state stand out as unique: Yacambú National Park and Dinira National Park, where the famous Wine Waterfall is located (I hope to visit the latter someday). Today, I’ll share my trip to Yacambú National Park, the most humid park in the state, located in the Andes Mountains of Venezuela.

Getting to this park is extremely difficult. The road is like a dream, but challenging. You need to take the ascending highway from the town of Sanare, and to truly enjoy the experience, you must leave early if you're coming from Barquisimeto.

From Barquisimeto, you have to pass through Quíbor, drive along the road to Sanare, go through Palo Verde, then cross the town of Sanare, and finally take the road to Yacambú National Park.

After more than an hour and a half of driving on a lush road—truly the most beautiful I’ve seen in central Venezuela—we arrived at Yacambú National Park, which is managed by the National Parks Institute (INPARQUES). The day was humid, everything was green, and a wooden sign greeted us majestically. We drove slowly due to the damp conditions, which is why it took us so long.

In Venezuela, national parks are protected by the constitution, and there are strict environmental protection laws. That’s why they’re overseen by INPARQUES.

To enter the park, we had to open the gate ourselves. It was lightly raining, and the park rangers were in the entrance cabin. The ranger cabin was beautiful—built from wood with a unique design.

The entrance fee is $2 USD per person, and parking costs $1. Everything must be paid in cash, either in physical dollars or bolívares at the equivalent exchange rate. They don’t accept electronic payments or card transactions because there’s no cell service or electrical wiring.

I spoke with the park ranger, and since I only had a $20 bill, we agreed I could pay when leaving. In the end, she couldn’t find change, but they still let us in. After all, it’s a long journey to reach this paradise.

The entrance to the park is stunning. That day, the rain and fog made everything look even more exotic. The park is extremely humid and breathtaking. The rangers instructed us to park our motorcycle and speak with another ranger who would give us further directions.

The entrance has several dirt paths. I liked reading a sign that warned against cutting and burning trees. The park must be protected because it’s one of the greatest natural treasures of Lara State.

The second ranger cabin was set farther back, behind a gigantic tree. The view was picturesque and cinematic—a dreamlike place full of energy that’s hard to describe.

Near the cabin, there was a nursery. I liked how it was built, using only natural materials. In Venezuela, it’s common to grow trees in plastic bags before transplanting them to more suitable environments.

What caught my attention was a sign in the nursery encouraging environmental conservation, apparently made by a local school. The nursery is the first real experience inside Yacambú National Park.

After parking, we spoke with the second ranger. She began by explaining that the park was built during the military dictatorship of President Marcos Pérez Jiménez. I didn’t know that—he was responsible for many of Venezuela’s major infrastructure projects.

The ranger was very kind and told us there were many waterfalls in the park, but due to the rain and risk of landslides, only two were accessible that day.

I decided to explore the surroundings and observe the trees. Being a humid park located between 500 and 2,280 meters above sea level, the vegetation is abundant. I took some incredible pictures—truly like something out of a movie.

The natural diversity gives the park a nostalgic '80s vibe, even though it’s very much of this era. The fog is thick, and the cold is intense. I didn’t check the temperature on my phone, but here’s a tip: if you don’t like the cold, bring gloves and a scarf.

As I walked into the park, I found a trail that looked like it belonged in a fairy tale. The fog hung heavily among the tree branches. Everything was beautiful. The pure air was refreshing.

There was one path in particular that I really liked, winding between the trees. Everything was perfectly aligned—the trees, the fog, the fallen leaves, the dim sunlight. I took a photo of my brother walking ahead of me.

Later, I asked him to take a photo of me to remember the moment. I loved that picture—it captured my deep appreciation for the vastness of nature. Some places are magical, and this is one of them—the most beautiful I’ve visited in the state and one few people know about.

As I continued climbing, I could see the ranger cabins and got a glimpse of how immense and pristine the landscape is, mixed with infinite humidity. Water droplets on the leaves, the sound of birds nestled away, and the urge to explore are all sparked by the magic in this place.

After that, I continued walking and came upon some structures hidden and blended with the natural surroundings. I decided to photograph the scene because I was amazed by how connected everything was.

Yacambú National Park covers an area of 146 km². What I’ve shared so far is just the initial beauty and the first part of its vastness. I’ll share more about this adventure in another post. See you in the next one.

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SPANISH VERSION (click here!)

Yacambú: El Paraíso Escondido entre la Niebla - Lara

En el estado Lara, Venezuela, hay muchos lugares atractivos. Lara posee una superficie de 19.800 km²; sería la mitad de lo que posee Suiza (41.285 km²). Hay dos lugares en el estado que son únicos; uno de ellos es el parque nacional Yacambú y el otro el parque nacional Dinira, donde está la cascada del Vino (el ultimo algún día lo conoceré). Hoy les mostraré mi viaje al parque nacional Yacambú, el cual es el más húmedo del estado y se encuentra en la Cordillera de los Andes de Venezuela.

Ir a este parque es extremadamente difícil. La vía es de ensueño y complicada. Hay que tomar la carretera ascendente desde el pueblo de Sanare y para poder disfrutar bien la experiencia debes salir muy temprano si estás en Barquisimeto.

Desde Barquisimeto, tendrías que pasar por Quíbor, conducir por la carretera a Sanare, Pasar por Palo Verde, luego cruzar el pueblo de Sanare y por último conducir la carretera al parque nacional Yacambú.

Luego de recorrer desde Sanare, una carretera exuberante y la más hermosa que he visto en toda la parte central de Venezuela por más de una hora y media; llegué al Parque Nacional Yacambú que se encuentra administrado por el Instituto Nacional de Parques. El día era húmedo, todo era verde y el aviso de madera me recibió con esplendor. Conducimos lento debido a la humedad, por eso duramos ese tiempo.

En Venezuela, los parques nacionales están protegidos por la constitución, hay leyes que protegen sus poligonales y leyes rígidas de protección ambiental. Por eso, los administra el Instituto Nacional de Parques.

Para poder entrar al parque, tuvimos que abrir nosotros el portón. Estaba lloviendo levemente y las guardaparques estaban en la cabaña de la entrada. La cabaña de los guardaparques era preciosa. Estaba hecha de madera y tenía un diseño único.

Para ingresar hay que pagar 2 dólares americanos por persona y en el caso del estacionamiento hay que pagar 1 dólar. Todo se debe pagar en efectivo, sea en dólares físicos o bolívares al equivalente del dólar. No aceptan pagos electrónicos, ni punto de venta porque no hay cobertura y cableado eléctrico.

Conversé con la guardaparque, solo tenía un billete de 20 dólares y llegamos al acuerdo de que debía pagar al salir, pero al final, ella no logró conseguir el cambio. Igual, te dejan ingresar si no tienes el efectivo. Después de todo, es un viaje de largas horas para conocer este paraíso.

La entrada del parque es impresionante. Ese día todo se veía aún más exótico debido a la lluvia y la cantidad de neblina que había. El parque es demasiado húmedo y hermoso. Las guardaparques nos dijeron que debíamos estacionar la motocicleta y hablar con otras guardaparques que nos daría indicaciones u orientaciones a seguir.

La entrada del parque posee diferentes caminos de tierra. Me gustó leer un aviso que decía que se debía evitar la tala y quema de árboles. El parque se debe proteger porque es uno de los tesoros naturales más grandes del estado Lara.

La otra cabaña donde se encontraba la guardaparque estaba retirada de la entrada principal y detrás de un árbol gigantesco. La vista era preciosa y de película. Una de ensueño, es un lugar precioso y la cantidad de buenas energías que se sienten son indefinibles.

Cerca de la cabaña había un vivero. Me gustó la manera en la que estaba construido. Todos los elementos eran naturales. En Venezuela es usual plantar árboles en bolsas plásticas para luego sacarlas e insertarlas en entornos más agradables.

Me llamó la atención que en el vivero había un letrero que invitaba a conservar el ambiente. Al parecer fue hecho por una institución educativa. El vivero del parque nacional Yacambú es la primera experiencia que se vive en este lugar.

Una vez estacionamos la motocicleta, hablamos con la otra guardaparque. Ella comenzó explicando que el parque había sido construido por el presidente Marcos Pérez Jiménez en la época de la dictadura militar. No sabía que el parque había sido construido por él; en definitiva, la mayor cantidad de obras de Venezuela las construyó este hombre.

La guardaparque fue muy amable, nos explicó que había muchas cascadas en el parque nacional Yacambú, pero solo había dos que podíamos visitar debido a que estaba lloviendo y los sedimentos de tierra podían desprenderse.

Decidí, primero, visualizar los alrededores y observar los árboles que hay allí. Al ser un parque húmedo que se encuentra entre 500 y los 2280 mil metros de altura sobre el nivel del mar la vista y materia vegetal es abundante. Hay fotografías que me tomé que son increíbles, lo reitero, de película.

La diversidad ambienta que hay generan una vista o perspectiva de los años 80, pero es de esta época. La niebla es espesa y el frío que hace es implacable. No pregunté bajo que temperatura estábamos, y no lo visualicé en el teléfono. Una recomendación: si no te gusta el frío, lleva guantes y bufanda.

Al ingresar al parque, me encontré con un camino que parecía una postal para cuentos de fantasía o de hadas. La neblina era más espesa en la rama de los árboles. Allí todo era muy bello. El aire puro era refrescante.

Particularmente, hubo un camino en medio de árboles que me gustó. Todo se alineaba perfectamente en el parque: los árboles, el entorno, la neblina, las hojas y la poca luz solar. Aproveché para tomar una fotografía a mi hermano que iba delante de mí.

Posteriormente, le pedí que me tomara una fotografía para guardarla de recuerdo. La fotografía me gustó porque capturo mi gusto por la inmensidad de la naturaleza. Hay lugares que son mágicos y este es uno de ellos. El más hermoso que he visitado en el estado y que pocas personas conocen.

Al seguir subiendo, puedes mirar las cabañas donde estaban los guardaparques y observar desde una pequeña perspectiva lo inmenso y preciso que es el paisaje natural. Todo mezclado con una humedad infinita. Las gotas en las hojas de los árboles, el sonido de los pájaros acurrucados y tus ganas de explorar se encienden al ver tanta magia en un solo lugar.

Luego de esa vista seguí caminando hasta que encontré unas edificaciones que se escondían o mezclaban con la naturaleza. Decidí tomar una foto de la escena porque me impresionó cómo todo estaba conectado.

Parque Nacional Yacambú tiene una superficie de 146 km². Lo que he mostrado hasta ahora es solo la belleza inicial y la primera parte de su inmensidad. Contaré un poco más de esta aventura en otro post. Nos vemos en una próxima aventura.

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