As soon as I arrived in Buenos Aires, one of the things I was told the most was that I had to visit the Palermo racetrack.
The truth is that I did not understand so much insistence, since I am not a fan of equestrian activities.
But people kept asking me: "Have you already been to the Palermo racetrack?"
I would ask everyone why they were so insistent that I should visit that place, and I wanted to know what was so special about it, to which everyone would answer: "you have to go, you have to go" and in this way they made me even more curious.
By that time, I was not living very far from there, so between walking, getting lost and asking around, I was able to get to the famous Palermo racetrack.
As soon as I looked at it I understood why everyone was talking about that place.
It has a wonderful layout and architecture.
Imagen taken from Google maps
With an incomparable classic charm.
According to what I could read, it was rebuilt by a French architect named
Louis Faure-Dujarric, who when he came to Argentina, was already very famous in Europe.
And he came to carry out several works in this country to contribute to the modernization of the city in the early 1900s.
While it is undeniable that the Palermo racetrack has a majestic architecture, it is very difficult to describe the feeling of being in its facilities.
It makes you recreate glamorous meetings of the early 20th century, with all the elegance and sophistication of the equestrian activity of the time.
It is impossible not to imagine the gentlemen in hats and the ladies in elegant dresses photographed with those cameras, novel for their time, next to the horses that won important prizes and cups.
To visit the Palermo racetrack is to take an intriguing and captivating trip back in time. I recommend the experience.
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All photos are my own taken with my cell phone.
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VERSION EN ESPAÑOL
Ni bien llegué a Buenos Aires, una de las cosas que más me decían era que tenía que ir a visitar el hipódromo de Palermo.
La verdad que yo no entendía tanta insistencia, ya que yo no soy seguidora de las actividades hípicas.
Pero la gente no dejaba de preguntarme: "ya fuiste a conocer el hipódromo de Palermo?"
Yo a todos les preguntaba por qué tanta y tanta insistencia para que conociera ese lugar, y yo quería saber que tenía de especial, a lo que todos me respondían: "tenés que ir, tenés que ir" y así sembraban aún más curiosidad en mí.
Para ese momento, yo no estaba viviendo muy lejos de allí, así que entre caminar, perderme y preguntar, pude llegar al famosísimo hipódromo de Palermo.
Apenas lo mire entendí porque todos me hablaban de ese lugar.
Tiene una disposición y arquitectura maravillosa.
Imagen taken from Google maps
Con un encanto clásico inigualable.
Según pude leer, fue reconstruido por un arquitecto francés llamado
Louis Faure-Dujarric, que cuando vino a la Argentina, ya era muy famoso en Europa.
Y vino a realizar varias obras en este país para contribuir con la modernización de la ciudad en los tempranos 1900.
Si bien es innegable que el hipódromo de Palermo tiene una arquitectura majestuosa, es muy difícil de describir la sensación que produce estar en sus instalaciones.
Te hace recrear glamorosas reuniones de principios del siglo 20, con toda la elegancia y sofisticación que revestía la actividad hípica de la época.
Es imposible no imaginar los caballeros con sombrero y las señoras con elegantes vestidos fotografíadas con aquellas cámaras, novedosas para su época, junto a los caballos ganadores de importantes premios y copas.
Visitar el hipódromo de Palermo es darse un viaje en el tiempo, intrigante y cautivador. Les recomiendo la experiencia.
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Todas las fotos son propias, tomadas con mi cámara.