Ayer en un ejercicio en el programa Ecencyales post en el discord de Ecency con nuestros queridos organizadores @joalheal, @susurrodmisterio y @yenmendt, nos pidieron escribir una carta de amor con motivo del natalicio de nuestro Simón Bolívar inspirados en las cartas que se enviaba mutuamente con Manuelita Saenz.
Aquello era un amor de antaño de esos que se tocan con las palabras suavemente con cada artilugio disimulado. Casi puedo imaginarme esos encuentros cada cierto tiempo después de la batalla. Meses de soñarse entre ellos, el estar entre sus fuertes brazos o más bien delgados. La libertadora del libertador es sin duda unas letras inmerecidas para una luchadora constante de un amor escondido a medias en aquellos tiempos de lucha sombría por una causa noble.
Habían pensado ustedes que Simón Bolívar era español aunque nació en Caracas.
Pero yo no tengo entre mis brazos ese gran amor vivido en otros tiempos, mi amor se dividió en tres y se formo dentro de mi dejando un rastro de aprendizaje, crecimiento y un dejar ir, porque los hijos son para que descubran el mundo allá afuera.
Los niños más fuertes no son los que tengo a mi lado, son los que están en mis pensamientos cada mañana.
La niña más fuerte fue la primera y la más esperada. Fue siempre ejemplo y la primera de la fila. El segundo fue lo más planificado del mundo mi macho varón y el tercero casi pegado no quiso que lo dejaran por fuera, porque de que yo nacía, nacía así tipo historieta de Mafalda.
La niña más fuerte vela por todos, se llevo a otros para que estuvieran a su lado y mejoraran su calidad de vida, entre primos y un hermano. Y hasta su esposo lo arranco de estas tierras. Esos pocos velan por ella y están a su lado. Y sigue luchando por llevarse a los que quedan, preparando un espacio amigable.
Mi niña más fuerte tiene cualidades únicas y especiales, va por el mundo aprendiendo de todo, compartiendo los espacios. Mis hijos son únicos, así lo dice toda madre.
Tengo una niña tan fuerte que ha subido hasta la torre de electricidad más alta, las fotografías y videos no mienten, mientras mis piernas temblanban de solo verla allí.
La niña más fuerte ha afrontado soledad y días tristes, mientras esperaba compañía de los que venían atrás. Ha llorado sin que nadie la viera y yo no me enterara, pero una madre sabe.
Tengo hijos que le encanta abrazar y otros no.
Le escribí parte de esta carta a mi hija el día 21 de julio porque estaba cumpliendo 39 años.
Rodeada de todos los que podían estar. Yo fui su regalo hace dos años.
Porque una madre sabe cuando sus hijos la necesitan más. Los amo con cada espacio de mi cuerpo.
