**Hola amigos de @GreenZone
Llego hasta aquí atraida por el color verde y las buenas vibras. Y puede parecer que el verde de esta comunidad maravillosa sea algo inherente a las plantas. Es una metáfora para algo que nace con luz propia, sencilla, útil y a la vez contenedora de ciertos misterios. Por ello traigo para mi primera publicación en @GreenZone, una planta asombrosa.
Los ancestros confiaban en los poderes de la verdolaga. Aún transmiten sus enseñanzas a nuestra mixtura cultural y aquí deseo dejarles algún detalle que aprendí en este mundo esotérico. Fui una niña asmática y muy delgada, lo que llamaríamos desnutrida.
Como era víctima de parásitos que anuluban mi apetito, una maestra espiritual le recomendó a mi madre poner tres ramas de verdolaga para alimentar mi ser juramentado porque con ello el cuerpo tomaría fuerzas y combatiría las enfermedades.
La Verdolaga es un tesoro olvidado en nuestra cultura culinaria. En los rincones de los patios, en los bordes de las calles, entre las grietas de las aceras o al borde de los caminos rurales, crece esta planta humilde y resistente que muchos consideran una mala hierba.
La Portulaca oleracea, conocida comúnmente como verdolaga es una planta de valores incalculables. A pesar de su abundancia y su sorprendente valor nutritivo, pocos se detienen a recolectarla, y menos aún a incluirla en sus platos.
Es una paradoja que, siempre estamos obsesionado con la alimentación y la nutrición y una de las fuentes más accesibles de nutrientes pasa desapercibida justo bajo nuestros pies. Pensemos en algo, si la verdolaga es nutritiva para los animales; lo es para nostros los humanos, vale recordar que somos seres desarrollados parte una cadena evolutiva.
La verdolaga es una planta anual, de tallos rojizos y carnosos, hojas verdes y pequeñas flores amarillas que apenas abren bajo el sol. Se adapta a casi cualquier suelo, incluso a aquellos áridos o pobres en nutrientes, lo que explica su presencia abundante.
Pese a su disponibilidad, su consumo es minoritario, relegado a tradiciones rurales o a quienes conocen sus secretos. Muchos la arrancan sin saber que, al hacerlo, están desechando un alimento que podría rivalizar con las espinacas o la col en beneficios.
Nutricionalmente, la verdolaga es una joya escondida. Contiene más ácidos grasos, lo que llamamos omega-3, que cualquier otra verdura de hoja verde, un dato sorprendente para una planta tan común. Estos axeites esenciales, buenos para la salud cardiovascular y cerebral, suelen asociarse al pescado o a semillas como la chía, pero aquí están, gratuitos y al alcance de la mano.
Además, la verdolaga es rica en vitaminas A, C y E, potentes antioxidantes que combaten el envejecimiento celular, así como en minerales como hierro, magnesio y calcio.
Su alto contenido en fibra la convierte en un aliado digestivo, y su sabor ligeramente ácido y salado, la hacen exotica. Se puede consumir cruda en ensaladas, cocida en sopas o incluso encurtida.
Podía ser una planta más popular, ¿verdad?. La respuesta parece estar en el desconocimiento y en ciertos prejuicios culturales que nos hace creer que lo que es bueno para los cerdos no lo es para nosotros. Pues sepa que todo lo verde de la naturaleza tiene su misterio . En muchas sociedades, lo que crece espontáneamente se considera maleza, no alimento.
Su textura un poco gelatinosa puede resultar extraña al paladar, acostumbrado a hojas más firmes como la lechuga. Es apreciada por sus propiedades medicinales, se le atribuyen efectos antiinflamatorios y diuréticos.
Aprovecho esta comunidad @GreenZone para reivindicar la verdolaga no solo como un acto gastronómico, sino también ecológico, económico, ancestral. Esta planta no requiere pesticidas, casi no necesita cuidados y está disponible gran parte del año. Integrarla a nuestra alimentación sería un paso hacia una soberanía alimentaria más sencilla y sostenible.
Tal vez el verdadero problema no sea que la verdolaga sea poco consumida, sino que hemos olvidado cómo mirar lo que la tierra nos ofrece sin pedir nada a cambio. En sus hojas gruesas y sus tallos resistentes hay una lección de vida y sabiduría ancestral. Solo hace falta agacharse para recogerla y admirar el poder de la tierra lo que la tierra.
Gracias por visitar mi blog. Soy crítica de arte, curadora, investigadora social y amante de la cocina. Te invito a conocer más de mí, de mi país y de mis letras. Texto e imágenes de mi propiedad.
So Simple, Yet So Useful
Hello friends of @GreenZone,
I was drawn here by the green color and the good vibes.** At first glance, the green of this wonderful community might seem inherently tied to plants. But it's also a metaphor for something that shines with its own light—simple, useful, and yet full of mystery. That's why, for my first post in @GreenZone, I bring you an amazing plant.
Our ancestors trusted the powers of purslane (verdolaga). Their wisdom still echoes in our cultural mix, and today, I want to share something I learned in the esoteric world. As a child, I was asthmatic and very thin—what some would call malnourished.
Because I suffered from parasites that killed my appetite, a spiritual teacher advised my mother to place three sprigs of purslane to nourish my sworn being—believing it would give my body strength and help fight illness.
Purslane is a forgotten treasure in our culinary culture. It grows in backyard corners, along roadsides, in sidewalk cracks, and on rural paths—a humble, resilient plant many dismiss as a weed.
Portulaca oleracea, commonly known as purslane, is a plant of immeasurable value. Despite its abundance and surprising nutritional benefits, few stop to gather it, let alone include it in their meals.
It’s ironic—we obsess over nutrition, yet one of the most accessible sources of nutrients goes unnoticed right beneath our feet. Think about it: if purslane is nutritious for animals, why not for us? We are, after all, part of the same evolutionary chain.
Purslane is an annual plant with reddish, fleshy stems, small green leaves, and tiny yellow flowers that barely open under the sun. It thrives in almost any soil, even arid or nutrient-poor ones, which explains its widespread presence.
Despite its availability, its consumption remains niche—limited to rural traditions or those in the know. Many pull it out without realizing they’re discarding a food that rivals spinach or kale in benefits.
Nutritionally, purslane is a hidden gem. It contains more omega-3 fatty acids than any other leafy green—a surprising fact for such a common plant. These essential oils, vital for heart and brain health, are usually associated with fish or seeds like chia, yet here they are, free and within reach.
Purslane is also rich in vitamins A, C, and E—powerful antioxidants that fight cellular aging—as well as minerals like iron, magnesium, and calcium. Its high fiber content makes it great for digestion, and its slightly tangy, salty flavor adds a unique touch. It can be eaten raw in salads, cooked in soups, or even pickled.
You’d think it would be more popular, right? The answer lies in ignorance and cultural biases that make us believe what’s good for animals isn’t good for us. But remember: everything green in nature holds its mystery. In many societies, what grows wild is labeled a weed, not food.
Its slightly gelatinous texture might feel odd to palates used to firmer greens like lettuce. Yet, it’s prized for its medicinal properties—anti-inflammatory and diuretic effects, among others.
Through @GreenZone, I want to champion purslane—not just as a culinary choice but as an ecological, economical, and ancestral one. This plant needs no pesticides, barely any care, and is available most of the year. Adding it to our diet would be a step toward simpler, more sustainable food sovereignty.
Perhaps the real issue isn’t that purslane is underused, but that we’ve forgotten how to see what the earth freely offers. In its thick leaves and resilient stems lies a lesson in ancestral wisdom. All we have to do is bend down, pick it, and admire the power of the land.
Thanks for visiting my blog. I’m an art critic, curator, social researcher, and food lover. Feel free to explore more about me, my country, and my writing. Text and images are my own.