









Hace algunos días Marcela me preguntó que si seríamos felices si no tuviésemos familia cerca, yo le dí mi respuesta y traté de indagar a que venía esta inquietud, pero mi sorpresa fue su comentario: "buenos mami, ese es un motivo para dar gracias a Dios, no solo debemos pedir". Asentí con la cabeza y me quedé papelón con limón (asombrada, sin palabras).
Ese día en la noche su oración comenzó así, dando gracias por sus primos, por sus tíos, por sus abuelos. Se me hizo raro, pero me dí cuenta de que ella solo está asimilando que tenerlos es una bendición porque ellos (sus primos) están en casi todos sus días, en cada parte de su vida, en la escuela, cuando salimos, cuando enfermamos, nos visitamos, nos acompañamos, nos cuidamos, sabemos casi todo los unos de los otros y aunque los adultos no nos demos cuenta, los niños nos han unido mucho más.
Que mis hijas tengan a sus primos cerca me recuerda a mi niñez y me hace pensar ¿será igual?, porque realmente fui muy feliz y amo a mis primos como si fueran hermanos. Se que nada seria igual sin ellos, y ver que mis hijas son queridas y que quieren, que mis hijas tienen esa relación con sus primos tan cercana me encanta, me llena de satisfacción. Por eso agradezco la fortuna de tenerlos en la vida demis hijas, que conozcan el amor de esa forma, la hermandad, la complicidad y las aventuras que solo los primos experimentan. Qué maravilla!