Hoy escribo este post para hablarles de mi mejor antídoto contra la desesperanza, esa que siempre llega sin previo aviso, sin mirar cuanto dinero tenga o no tenga en mi cartera, sin discriminar el estatus socioeconómico, esa que nos alcanza a todos.

También es cierto que por estos días he sentido que no encuentro solución a mis problemas, siento tristeza, rabia, desilusión y veo el futuro algo adverso e incierto por cosas que me están sucediendo, que escapan de mis manos, produciendo... ¡Desesperanza!, en mí vivir.

Este año casi finaliza y ya estamos en octubre, un año lleno de pérdidas, separaciones familiares (gran cantidad de personas que emigraron de mi familia), haciendo que una parte de mí se rompiera de ausencias que cada día duelen más. Solo que ahora no finjo cuando estoy destrozada y lo expreso, incluso busco ayuda con mi terapeuta.

Sumado a esto, la inestabilidad económica y otros elementos bien conocidos para quienes aún vivimos en este país me han hecho vulnerable al punto que por momentos pierdo el norte, y mis emociones superan la confianza que es natural en mí.

El sueño del hombre despierto como diría Aristóteles

Y en esa búsqueda… ¡Llega la esperanza!, hablo sobre cómo manejar las emociones para que surja en mi estado de ánimo ese deseo de alcanzar y sea realizable lo que deseo para este ahora. Últimamente, todo lo hago por convicción y no para que los demás, vean que soy afortunada o desafortunada.

Cuando llega es un motor full inyección que me impulsa a conseguir lo que quiero y me mantiene bien ilusionada con la vida. Y lo mejor es gratis y la puedo compartir con mi familia, afectos y para todo aquel que requiera esa palabra de aliento y energía para brillar y no perder el rumbo cada día.

Me gusta pensar que TODO PASA! y que todo llega para mejor. Me he permitido procesar mi duelo: pasar por la tristeza, rabia y llegar a la aceptación desde el amor para sacar lo mejor de mí y convertir mi esperanza en un impulso para seguir y ayudar a otros.

Es mi bálsamo sanador

Puedo hacer que pasen cosas buenas, sueños y oportunidades, es mi recompensa por tantas ausencias, para expresar y canalizar mis emociones positivas y estas fluyan y me permitan seguir con cada una de las etapas de mi vida, con el plus de resistir sin cambiar mi esencia.

Como el primer amor, la esperanza en tiempos difíciles nunca se olvida, en este enamoramiento hago mi parte con todo lo que únicamente depende de mí, el resto, lo que no tiene cabida en mis manos, como el control lo suelto y confió en nuevas rutinas esas que ejercitan y flexibilizan mi salud mental y física.

En este sentido, con certeza puedo decirles que cuando doy amor sano para enfrentar mis miedos, para cambiar todo lo que me genere, incertidumbre desde la premisa que lo que estoy haciendo hoy está bien y es lo correcto, eso mantiene viva la esperanza para mi bienestar personal y si estoy bien entonces mi entorno también lo está.

Ya no permito que la desesperanza se apodere de mí, ya he perdido muchas cosas, ni me comparo, ni me quedo en él añoro de lo que antes fue, hoy busco en la realidad de mi vida, todas las bendiciones, eso alegra mi espíritu y me llena de fuerzas con la esperanza de que la historia puede cambiar.