La pandemia se convirtió en el baremo para analizar nuestro futuro inmediato, debido que lo causado por ella trastocó todas nuestras estructuras y obligó a crear y adaptar espacios para que la convivencia, la producción y el rendimiento favorezcan en medio de una tormenta que convirtió el mañana en una oscura incertidumbre.
Uno de los aspectos donde más ha impactado es el ámbito laboral, debido que este inicio de siglo está marcado por todo lo que la pandemia nos ha enseñado, exigido y dejado en evidencia, no solo por el cierre de puestos de trabajo, la utilización de tecnologías o creación de nuevos espacios, sino por las exigencias de algunas competencias laborales que en ninguna otra época se ameritaron.
Considero que lo primero que se requeiere en esta época es asumir nuevas actitudes: mentalidad emprendedora, capacidad de adaptación a lo virtual-presencial, uso y manejo de tecnologías y plataformas colaborativas, así como el aprovechamiento de la big data, donde el rendimiento laboral desde el hogar es clave.
Sumado a ello, debemos evolucionar en nuestros paradigmas, por ejemplo el de la jubilación, ese que nos dice que debemos trabajar 20 o 30 años en el mismo lugar para asegurar la vejez, lo que significa que al llegar la vejez ese salario no alcanza, o ese otro referido a la empresa perfecta, que implica buscar una empresa que pague bien y tenga trayectoria, en lugar trabajar en un lugar agradable, ameno y que permita nuestro desarrollo integral.
En definitiva, lo laboral post pandemia nos exige análisis, reflexión y acción productiva para poder surfear una ola que por momentos se eleva y pone contra la pared todo cuanto tenemos, pero de un momento a otro volverá a un ritmo no tan acelerado ni intimidatorio.
Portada del post tomada de pixabay y editadas en PSD
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