"Family of Nohelys?" - she asked and I ran to her, “Here. You must put it in formalin and take it for biopsy,” she said and handed me the bag. The bag contained what had been taken from my sister and could have weighed about two or three kilos.

I grabbed the bag and hurried back downstairs. I didn't know where they could sell formalin, so I had to ask:

"At a funeral home",_ a watchman told me. I mentally located the nearest funeral home and headed there, but with such bad luck it was closed. Unable to cross my arms and with my bag in my hand, I began to make a tour of all the funeral homes in town, but unfortunately at that hour they were closed.

I finally found one and when they saw the size of the piece, they informed me that they might not have enough formaldehyde. But thank God, the formaldehyde covered the piece, but it was so heavy that the owner of the funeral home put the piece in another bag so that it would not break.

From there, with that bag, I ran to the pathologist so that in 15 days they could give results. When I was on my way, my sisters caught up with me and one of them asked me:

"What about that chicken?" - she asked without knowing and I didn't have time to laugh, I just asked to hurry back to the hospital.

When I got there, the grumpy nurse asked me:

"Did you take it for biopsy?" - I nodded my head and then she said, softening her face, “Rest now. The danger is over. Your sister is on her way to her room,” she said and left. I felt a relief, an immense joy and an urge to laugh and cry at the same time, and that's when I remembered my sister's comment:

"What a chicken or what an eight room, crazy woman, what she was carrying in her hands was a uterus!!!!!" - and we started to laugh because certainly, everything bad had happened.

All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl

Thank you for reading and commenting. Until a future reading, friends

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Una bolsa con un pollo adentro
Habíamos llegado mi hermana y yo al consultorio como a las 5 de la madrugada. Mi hermana, encorvada por el dolor, iba agarrada de mi mano. Yo la sostenía con una mano y en la otra llevaba una carpeta amarilla que contenía exámenes.
Ya a esa hora, el consultorio estaba lleno de mujeres que al igual que mi hermana necesitaban que le hicieran una histerectomía. Por sus vestimentas y por las cosas que tenían a su alrededor, eran mujeres que venían de todas partes y eran de todas las clases sociales. Yo busqué con la mirada un lugar desocupado para que mi hermana se sentara y no hallé ni un pedazo de madera donde dejarla. Así que la recosté de la pared y salí a buscar una silla.
Cuando regresé con la silla, mi hermana me dijo:
_La enfermera aquella dijo que yo no entro hoy - mi hermana me señaló una enfermera malencarada que tenía una libreta en la mano- Dice que no me operan hoy. Creo que me van a dejar para la próxima semana - yo miré sus labios pálidos como un papel y el rostro ajado por el dolor. Mi hermana llevaba varios meses botando sangre y aunque recibía cada dos días transfusión, los miomas le tenían la hemoglobina en 5. Posponer la operación una semana más significaría poner en riesgo su vida, así que la senté y le pedí que me esperara.
Yo recuerdo que mi papá decía que una palabra amable abre muchas puertas, así que no sé cuántas palabras amables dije aquella madrugada, que cuando llegó el equipo médico al hospital, mi hermana y yo estábamos en los primeros lugares de una larga fila. Los médicos evaluarían cada caso y de acuerdo a eso, aperarían.
En la cola, muchas de la mujeres llevaban bolsas y equipaje donde tenían los insumos para ser operadas. Yo le pregunté a una chica:
_¿Y eso? - le señalé lo que llevaba en las manos.
_Esos son implementos quirúrgicos. Si no tienes eso, no pueden operar porque aquí no hay esos instrumentos. ¿Ustedes no tienen la lista? - preguntó la muchacha amablemente. Yo negué con la cabeza y ella me dio un papel doblado y sucio: características que daban fe que aquel papel había pasado por muchas manos.
Yo miré la lista: muchas de esas cosas las tenía en casa, pero era mejor comprarlas nuevamente porque no podía dejar a mi hermana sola por mucho tiempo. Así que le dije que me esperara sentada y yo bajé a comprar las cosas a una farmacia que quedaba cerca.
Bajé y subí las escaleras volando, tanto así que cuando llegué a donde me esperaba mi hermana, aún no la habían llamado.
Cuando los médicos la llamaron, era evidente que necesitaba ser operada con urgencia:
_¿Ella vino en ayuna y preparada? - preguntaron y yo fui la que contestó :
_Sí y aquí está lo que piden en la lista - mostré orgullosa la bolsa que llevaba en las manos. La enfermera malencarada revisó y sentenció:
_Aquí faltan dos pares de guantes y dos batas - dijo y me devolvió la bolsa. Yo me rehusé a tomarla y prometí :
_¡Ya salgo a comprar lo que falta!
_Rápido. Cuento diez y ya van 5 - expresó de manera antipática la enfermera mal encarada. Yo no esperé una palabra más y volví a bajar las escaleras consciente que de mi velocidad dependía que mi hermana fuese operada.
Creo que no tardé ni diez minutos. La garganta y el pecho me dolían, por el esfuerzo físico que había hecho. Cuando le entregué lo que compré a la enfermera, me informó :
_Tu hermana ya está en quirófano - me dijo y se marchó. Yo estaba feliz, pero también asustada porque nadie sabía en casa: así que llamé a mis otras hermanas para decirles que Noyito estaba siendo operada y que se acercaran para ayudarme.
Como a los 20 minutos, una enfermera salió con una bolsa transparente que tenía algo adentro:
_¿Familiares de Nohelys? - preguntó y yo salí corriendo hacia ella- Toma. Debes introducirlo en formol y llevarlo para que hagan biopsia - expresó y me entregó la bolsa. La bolsa contenía lo que le habían sacado a mi hermana y podía pesar como dos o tres kilos.
Yo agarré la bolsa y volví a bajar las escaleras rápidamente. No sabía dónde podían vender formol, así que tuve que preguntar :
_En una funeraria - me dijo un vigilante. Mentalmente ubiqué la funeraria que estuviera más cerca y me enrumbé para allá, pero con tan mala suerte que estaba cerrada. Sin poder cruzarme de brazos y con mi bolsa en la mano, comencé a hacer un tour por todas las funerarias de la ciudad, pero lamentablemente a esa hora estaban cerradas.
Finalmente encontré una y cuando vieron el tamaño de la pieza, me informaron que tal vez no tenían suficiente formol. Pero gracias a Dios, el formol cubrió la pieza, pero quedó tan pesada, que la dueña de la funeraria, metió la pieza en otra bolsa para que no se rompiera.
De allí, con aquella bolsa, corrí al patólogo para que en15 días pudieran dar resultado. Cuando iba en camino, mis hermanas me alcanzaron y una me preguntó :
_¿Y ese pollo? - preguntó sin saber y yo no tuve tiempo de reír, solo pedí que volviéramos rápido al hospital.
Al llegar, la enfermera malencarada, me preguntó :
-¿Llevaste para hacer biopsia? - yo afirmé con la cabeza y después dijo, suavizando el rostro- Ya descansa. El peligro ya pasó. Ya tu hermana va para habitación - expresó y se fue. Yo sentí un alivio, una alegría inmensa y unas ganas de reír y llorar a la vez, y ahí fue cuando recordé el comentario de mi hermana:
_¡¡Qué pollo ni qué ocho cuarto, loca, lo que llevaba en las manos era un útero!! - y comenzamos a reírnos porque ciertamente, todo lo malo había pasado.