"Don't worry, Lucia. You don't need to hang up. I will do it for you. The only thing I wanted was to tell you this that was stuck in my chest. That you were the most beautiful thing I ever had, but not anymore. I want to tell you like the poet Cardenal, in his famous Epigram: “In losing you, you and I have lost. I because you were what I loved the most and you because I was the one who loved you the most. But between you and me, you lose more than me, because I may love others as I loved you, but you will never be loved as I loved you” - said the man and hung up.

At night, in the middle of the darkness, the girl kept the cell phone glued to her ear, and slowly, slowly lowered it, feeling those words echoing in her ear. The husband looked at her and asked doubtfully:

"Ana, who was it?"

"I don't know. Wrong number,” said Ana, feeling a mixture of pity for the man who had called and an immense hatred for the woman called Lucia.

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Número equivocado
En mitad de la noche, se escuchó el celular. La chica que dormía en la cama matrimonial, se despertó sobresaltada. Miró el número en la pantalla y por un instante dudó si contestar, pero al ver la insistencia, contestó :
_¡Aló! - dijo la chica con voz ronca y bajito.
_Aló, Lucía. No cortes. - se escuchó una voz masculina del otro lado de la línea - Déjame que te hable, por favor, porque si no lo hago, me volveré loco. Desde hace tiempo he querido hablar contigo, pero sé que cambiaste de número. Hoy, por fin, encontré por Facebook a tu amiga Sandra y fue quien me dio este número y por eso te estoy llamando. - se escuchó un silencio al otro lado y después un susurro - También me enteré que te casaste.
-¡Aló! - repitió la chica cuando vio que su esposo, quien estaba acostado a su lado, abría los ojos.
_Sí, Sandra me dijo que no te buscara, que para qué, si ya tú tienes tu vida y al final, es lo importante. No te voy a negar que me dolió en el alma saber que te casaste con tu amigo Lencho. Al final, yo sí tenía razón: Lencho estaba enamorado de ti y por eso hacía todo por separarnos. ¿Te acuerdas la ves que te dijo que yo estaba con otra y yo te dije que era mentira y no me creíste? Porque tú siempre confiaste más en el, que en mí. Cuánto me hubiese gustado equivocarme, Lucía, cuando te decía que te gustaba Lencho. ¿Te acuerdas?
_¡Aló, aló! - expresó la chica acercándose el celular más al oído.
_Pero no me equivoqué, mujer, y qué malo se siente no equivocarse cuando uno sospecha haber sido traicionado. Y sabes por qué, Lucía, porque yo sí te quería bonito, yo sí te fui fiel, yo sí quería hacer una familia contigo, yo sí tenía los nombres de cada uno de nuestros hijos, porque ¿te acuerdas que tendríamos tres hijos, Lucía: dos varoncitos y una hembra?
_Aló, Aló - pronunció de nuevo ante la mirada interrogante del esposo.
_Me gustaría preguntarte si eres feliz, pero no sé cómo me sentiré si me dices que sí y también me gustaría decirte que he hecho mi vida, que todo marcha bien, que te he olvidado, Lucía, pero temo que te des cuenta que te miento, porque nunca he podido mentirte, mujer. Nunca. Aunque tú creas todo lo contrario. Y no. Mi vida no está bien, pero estará bien después que te diga todo lo que tengo que decirte.
_¡Aló, Aló! - insistió la mujer.
_Tú bien sabes que la idea de que me fuera del país, fue tuya. La promesa era que luego tú te vendrías conmigo, luego de que yo tuviera un buen trabajo, una casa. Ese era el plan: reunir para tu pasaje, para la casita, el carro. Pero rompiste nuestro compromiso, de la noche a la mañana, sin justificación ni excusas. En la distancia, Lucía, por mensaje de texto. Me bloqueaste de todas partes, Lucía, como si yo fuera el malo de esta historia. Cuando tú bien sabes que aquí la persona que hizo mal fue otra.
_Aló, Aló, voy a colgar - anunció la chica con voz decidida.
-No te preocupes, Lucía. No es necesario que tú cuelgues. Yo lo haré por ti. Lo único que yo quería era decirte esto que tenía atorado en el pecho. Que tú fuiste lo más bonito que yo tuve, pero que ya no. Quiero decirte como el poeta Cardenal, en su famoso Epigrama: "Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido. Yo porque tú eras lo que yo más amaba y tú porque yo era el que te amaba más. Pero entre tú y yo, tú pierdes más que yo, porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, pero a ti nunca te amarán como te amaba yo" - dijo el hombre y colgó.
En la noche, en mitad de la oscuridad, la chica quedó con el celular pegado al oído, y fue bajándolo poco a poco, lentamente, sintiendo que aquellas palabras retumbaban a en su oído. El esposo la miró y preguntó con dudas:
_¿Ana, quién era?
_No sé. Número equivocado - dijo Ana, sintiendo una mezcla de lástima por aquel hombre que había llamado y un odio inmenso por aquella mujer llamada Lucía.