Ésta es la historia de Gudelia, una mujer que no aceptaba que ningún hombre la rechazara. Su belleza los enloquecía y cuando se encaprichaba con alguno se iba como hipnotizado detrás de ella y abandonaba familia, y responsabilidades. Al tiempo, la mujer se aburría y lo abandonaba destruido y sin dinero, le quitaba todo, hasta el deseo de vivir.

         Pero siempre hay una primera vez para todo. Apareció alguien en su entorno que resultó no ser presa fácil. Ella comenzó a acosarlo porque él la rechazaba. Era Salvador, un nuevo empleado de su empresa, el ejecutivo tenía un cargo alto y ella tenía acceso directo a él. Estaba decidida a conquistar al apuesto hombre.

         Gudelia decidió visitar a una bruja de magia negra, y la mujer le dijo: “Yo te puedo ayudar usando espíritus, pero te advierto algo, cuando estén presentes tú hablarás con ellos y tienes una sola oportunidad para pedir lo que deseas, al día siguiente se hará realidad. Este hechizo no tiene reversa, así que piensa bien lo que vas a pedir”. Gudelia pasó toda la noche ensayando las palabras adecuadas, necesitaba algo determinante.

         En la mañana se presentó en la casa de la mujer, y comenzaron el ritual. Un espíritu se comunicó y ella le leyó con arrogancia lo que había escrito, casi con voz de orden. Al espíritu no le agradó la prepotencia de ella al dirigirse a él, le extrañó que no mencionara algo referente al amor, su deseo era esclavizante, pero se concentró en lo que expresaban sus palabras, los detalles eran imprecisos así que cualquier cosa podía suceder. La petición decía:

       “Deseo que Salvador al verme no pueda quitarme los ojos de encima ni me aparte de su pensamiento, que se quede asombrado con mi cuerpo y mi rostro, que piense que jamás había conocido una mujer como yo, y que lo deje tan impresionado que sólo tenga ojos para mirarme a mí”.

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