Today marked my comeback—my return to skating after so many years. And this time, it wasn't on some random street or quiet lot, but inside a real, dedicated skatepark, right at the entrance of Parque Metropolitano in San Cristóbal, Venezuela. Back in the early 2000s, places like this were rare: parks closed quickly, were private, or lacked the space and structure to grow with your wheels.
The surface is just brilliant—smooth and grippy, perfect for tricks and speed. The ramps, rails, and inclined planes are thoughtfully built, clean, and offer an incredibly comfortable ride. I’ve heard there are more walls up the hill that I didn’t get to explore today—but I’ll show you those soon.
The whole park was buzzing due to a public event being celebrated nearby: kids laughing, mothers chasing little ones, families rolling around on skates and bikes. It made taking photos tough and exploring freely a challenge, so I settled into one area and made it mine for the day.
And the cherry on top? Reuniting with some legendary skaters from the old days—my friends, my crew, the ones who taught me what grit and style meant on four wheels. We caught up, traded stories, and even landed some basic tricks together. For me, just landing the simplest ones after hours of practice felt incredible.
This place has energy, history, and everything a skater could ask for. And now, I’m part of it again. 🧢🔥🛹
(Translate by copilot)
Patinaje, reencuentros, regreso
🛹 Hoy vivà mi regreso al patinaje después de tantos años. Y no fue en una calle cualquiera, sino dentro de un skatepark real, justo en la entrada del Parque Metropolitano en San Cristóbal, Venezuela. En los 2000, lugares asà eran casi un mito: cerraban rápido, eran privados o no ofrecÃan espacio suficiente para crecer sobre ruedas.
El piso es simplemente genial—suave, firme y perfecto para los trucos y la velocidad. Las rampas, rieles y planos inclinados tienen un diseño cómodo, limpio, ideal para cualquier nivel. Me dijeron que hay más muros en la parte superior que no pude explorar hoy… pero ya los mostraré en otra publicación.
El parque estaba lleno por un evento que se celebraba cerca: niños jugando, madres con los más pequeños, familias enteras rodando en patines y bicicletas. Eso hizo difÃcil tomar fotos y recorrer el lugar con libertad, asà que me quedé en una sola zona y la aproveché al máximo.
Y lo más especial: me reencontré con algunos próceres de la vieja escuela—amigos, compañeros, leyendas de nuestras primeras caÃdas y victorias sobre concreto. Compartimos momentos, historias y hasta logramos algunos trucos básicos. Para mÃ, solo volver a ejecutar los más simples tras horas de práctica ya fue grandioso.
Este lugar tiene energÃa, historia y todo lo que uno como patinador podrÃa desear. Y ahora, vuelvo a formar parte de ello. 🧢🔥🛹
(Traducido por copilot)