Tengo unas ganas muy grandes de pintar pero no había concretado un tiempo libre, las ocupaciones absorben y cuando llega el momento de dibujar se vuelve un momento de relajación. Quería hacer algo con acuarelas negras para jugar con el claro oscuro y me puse a hacer un joven con ojos grandes y tiernos.
Debo admitir que al principio algunas cosas parece que no irán tan bien, como yo pensaba con esta pintura, pero me repuse pronto y empecé a poner más sombras hasta obtener un aspecto cansado.
Mi idea general era hacer un joven esclavo de grandes ojos expresivos que solo llamara con su mirada, con gesto un poco cansado.
Pensé que ya había terminado cuando me distraje con una visita que había llegado y cuando volví a sentarme a la mesa me extrañó ver dos manchas que yo no había hecho. Levanté la mirada y vi a mi hija escondida detrás de una silla con una sonrisa traviesa.
Casi lo tiro todo a la basura pero lo pensé mejor. Regué un poco más las manchas y las convertí en una mancha más útil para mí. Ahora no solo es un joven esclavo con mirada que suplica, ahora es un esclavo de una mina de carbón con una mirada que suplica.
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