- Este no es un viaje cualquiera. Es una mirada desde dentro de una travesía que muchos recorren en silencio, pero con el alma encendida por un sueño: vivir con dignidad*.
Viajo en una ruta migratoria. Voy acompañada de viajantes que no reclaman su derecho a un trato digno. Callan. Sumisos. Soportan, con tal de lograr su objetivo: irse de este país.
Van apretujados, hombro con hombro. Sin espacio social. Huyendo, buscando nuevos espacios que sean horizontes.
Sofocados por el calor, contienen la respiración ante cada militar. Lo hacen con la esperanza de llegar a ese lugar donde el aliento es cierto, y hasta tiene cuerpo.
Es tan grande la fe... La esperanza de cruzar la línea es tanta, que muchos no se recuestan ni duermen a pesar de horas en carretera. Pero van soñando. Soñando con la paz de una vida digna.
Mi motivo de viaje es distinto. Por lo que me permite tener otra perspectiva. Migrar no es solo irse... es sobrevivir, resistir y apostar por un nuevo aire. Aunque sea apretado, aunque duela el cuerpo, aunque duela el alma.