Vienes vestida de negro, no consideras a los dolientes. Te acercas distraída entre tanto, a veces eres fría y ausente, ante el dolor y el miedo de la gente. No tienes empatía y te llevas sin remordimiento a aquel que a lo mejor aún tenia cosas bonitas que aportar a la vida. Ay! señora muerte, a veces tan dura y fría, a veces tan cálida y generosa con el que sufre y te añora cada día.
¿Será señora muerte que te juzgo desde mi cobardía? a veces pienso que te veo tenebrosa, malvada y egoísta. Sin embargo, hay ocasiones donde te siento justa y necesaria para quienes adolecen todos los días. ¿Será que el día de mi juicio cuando te mire a los ojos entenderé que eres hermosa? te tengo tanto miedo, que a veces no puedo evitar pensar en ti constantemente, eres parte de mi vida y lo serás siempre, porque quien respira todos los días sabe que un día llegara a verte. Cuanto espero verte anciana y que cada pedacito de mi vida llegue a ti casi marchita para no perderme de las sonrisas y los logros de aquellos quienes habitan mi vida. A veces siento que no temo verte por mí sino miedo a que quienes amo y disfruto todos los días lleguen a verte de forma repentina mucho antes que tu a mi, y los pierda a ellos en tus brazos para ahogarme en una pena que se muy bien que nunca termina.
Ay! señora muerte eres sin duda la angustia más presente, el miedo más constante y el deseo de aquellos que han sufrido más de lo que han sonreído en esta vida. Deseo tenerte distante, olvidar que existes y que puedes de un día de un soleado convertirlo en una tormenta repentina. Ay! señora muerte, no hay certeza más grande de que nos veremos algún día.
