Arawi va en busca del tesoro, no puede demorar muchas lunas. Chiruk铆 esta viejo y cansado. Esper贸 a su due帽o encima de la piedra m谩s alta. Desde all铆 puede ver el valle.
Al caer las tardes ladra con cierto lamento. No bebi贸 ni comi贸 mientras el escribano estuvo ausente.
La noche del eclipse vio la silueta de su due帽o iluminado por los rojizos rayos de luna, lanz贸 ladridos crepitantes en el horizonte. Arawi lo tom贸 en sus brazos y le dio de beber. Mientras, abrillantaba la fortuna que hab铆a logrado recuperar. No era oro, era m谩s valioso.
En la madrugada Arawi cant贸 al viento, a sus otros t贸tems y a los ancestros, puso al cuello de Chiruki el collar de cuarzos rosas, blancos y grises. Hab铆a llegado la hora.
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