¿Quién me iba a decir a mí que me encontraría con esto cuando fui a casa de un amigo el pasado 17 de enero? Habíamos quedado en que nos veríamos en su casa de Oropesa del Mar (España) el viernes por la noche. Ese fin de semana se celebraban las fiestas patronales del municipio en honor a San Antonio Abad, patrón de los animales. Cuando me dirigía a su casa, me encontré con varias calles cortadas al paso con unas vallas de hierro enormes, que no eran las que habitualmente se utilizan para cortar la circulación. Esta foto la hice al día siguiente por la mañana.
Esa misma noche del viernes, mientras estábamos en casa de mi amigo, se escuchaba un gran alboroto en la calle. Sin decirme nada, me llevó a la azotea, y fue entonces cuando me explicó que esa noche se celebraba uno de los actos más esperados por todos los asistentes: "la nit dels bous embolats", como se dice en valenciano, o "la noche de los toros embolados", llamada así por las bolas de fuego que se colocan en la punta de sus cuernos. En el vídeo puede apreciarse claramente a lo que me refiero.
No soy muy partícipe de este tipo de festejos. Sin embargo, es una tradición muy antigua y profundamente arraigada en muchas localidades del Mediterráneo español. El evento consiste en un recorrido por las calles del pueblo o, si existe, en la plaza de toros. En Oropesa del Mar, cortan algunas calles del casco histórico y sueltan a los toros por esas vías. Los más valientes se colocan delante para hacer recortes, esquivando las astas del toro, algo que yo, desde luego, no me atreví a hacer :). Soltaron un total de siete toros, y la fiesta se prolongó hasta la 1 de la madrugada por lo menos.
Pero no acabó ahí la cosa. Al día siguiente por la mañana, había más toros por la calle, aunque en esta ocasión no llevaban bolas de fuego en las astas. Simplemente los soltaban, y había que ver si embestían a algún inconsciente que se ponía delante. A lo largo del recorrido, se colocan jaulas donde la gente puede entrar para ver al toro de cerca sin peligro.
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