Definir la filosofía no es una tarea sencilla, ya que de por sí una definición limita. No obstante, sabemos que la actividad filosófica existe y es tan antigua como el ser humano mismo. Por ello, para plantear una definición de la filosofía, habría más bien que pensar en qué consiste esta actividad. Para ello me valgo de dos puntos: la filosofía se mueve entre ambos, pues se alimenta del estudio de pensadores pero al mismo tiempo está en un progreso constante, abierta a nuevas innovaciones y planteamientos de las cosas.
Empecemos por valorar la tradición filosófica, que no es más que el tener presente y estudiar las diferentes corrientes y pensadores que a lo largo de la historia han existido y han hecho su filosofía. Es importante tenerlos en cuenta ya que muchas de las formas en que ellos enfocan la problemática pueden ayudarnos en cualquier momento de la historia. De allí que el pensamiento de Descartes de “pienso, luego existo” tiene que ser matizado en el sentido de que no somos unas islas y por ello, particularmente me suena mejor “existo, luego pienso”.
Es decir, en realidad debemos reconocer que nuestra existencia está precedida por otros grandes pensadores que han aportado al avance filosófico sobre el entendimiento de la realidad. De allí que partimos de ellos, incluso inconscientemente, para dar nuestra perspectiva. Incluso podemos recordar aquel dicho de “que no hay nada nuevo bajo el sol”. De la misma manera, no hay nada nuevo en la filosofía en el sentido de que, una u otra manera, han existido filósofos que han pensado las mismas cosas que nosotros pensamos, desde otra perspectiva claro está, debido a las circunstancias o condicionamientos históricos sociales particulares, pero que en esencia puede tener su punto de unión con los nuestros.
Decía que la filosofía se mueve entre dos puntos, porque no podemos quedar simplemente en el pensamiento de los demás filósofos puesto que esto está en contradicción misma de la filosofía con lo que ella es, ya que es una actividad que nos impulsa a la reflexión personal. Es de allí como el otro punto a considerar: el progreso del pensamiento es sumamente importante. Hacer filosofía no es simplemente quedarnos con lo que han dicho los demás filósofos, sino nosotros mismos indagar en el pensamiento humano y personalizar la manera en que reflexionamos, esto es, darle nuestro sello, esto no solo por los condicionamientos históricos-sociales que son diversos, sino también porque cada uno de nosotros tiene una manera particular de ver las cosas.
Si bien podemos valernos de tener el marco de una tradición filosófica o varias, siempre va a haber un progreso si nosotros nos implicamos en el análisis de las problemáticas. No se trata simplemente de repetir, sino de proponer. De allí que el filósofo sea una persona reflexiva, analítica, crítica, pero sobre todo que propone, que propone un pensamiento que no es cerrado, que es abierto a la discusión, que tiene sus matices y tiene su conciencia humilde de que puede mejorarse.
Es allí que más que definir la filosofía, más bien planteémonos cómo es la actividad del filósofo o qué significa filosofar. Pues, de cierta forma, todos somos filósofos, de tal manera que todos tenemos nuestro análisis y planteamiento de diversas realidades. No obstante, ese análisis puede estar un poco desorganizado o no del todo claro, y es allí donde viene la filosofía como tal, como una sabiduría que nos ayuda a sistematizar alguno de los pensamientos para darle una orientación, ya sea para la vida personal o para la vida social o cualquier otra realidad, porque no olvidemos que la filosofía se aplica a todo.
Fuente
Finalmente, me gustaría recordar la imagen del búho con la cual normalmente se simboliza la filosofía, no solo por la relación con la divinidad, exactamente con Atenea, diosa de la sabiduría, sino también porque el búho ve en la oscuridad. Siendo también el filósofo el que va a las profundidades, hacia donde quizás hay poca certeza, pero que allí pacientemente con un análisis del pensamiento busca esclarecer las cosas. De tal manera que puede hacer que desde las oscuridades puede emanar una luz.