Hello to all the friends and cat lovers of @caturday!
Sometimes I've stared at my cats sleeping, and I can't help but smile tenderly. There's something deeply curious, almost magical, about the impossible positions they adopt when they drift off to sleep. They twist, bend, curl into a perfect little ball, or stretch out with a tranquility I envy.
It's as if the world had no weight on their bodies. As if all the turmoil in the world didn't have the slightest importance. As if their only concern was finding the most absurd, funny, or vulnerable way to rest. And they succeed.
I find them with their heads hanging to one side and their hind legs pointing in the opposite direction, as if they had no bones. Sometimes, they flatten themselves against the ground with their legs spread like a frog, and other times, they curl up so tightly that their nose touches their belly, all wrapped up in their tail, like furry origami.
It makes me laugh, but it also moves me, because there's absolute trust in that abandonment. To sleep like that, so casually, you have to feel safe. And knowing that they feel safe by my side touches me deeply.
I wonder what they feel when they sleep. Do they dream of hunting? Of rolling in the sun? There's something childlike about that way they fall asleep, so carefree, as if the whole world could collapse around them and they'd still be there, belly exposed, purring even in their sleep. And it makes me want to enter that same state, to leave behind the rigidity that adult life sometimes imposes on me, to surrender with the same faith to a guilt-free, unhurried nap.
I find it so curious that something so simple—sleep—is, for them, a form of art, of endurance, of play, even of love. Because when they settle in beside me, pressing their warm bodies against mine, in some unlikely position, I feel that their way of sleeping is also their way of saying: I feel good here. And in that moment, all the chaos of the world calms down a little.
It's strange how such tiny creatures can teach me so much just by closing their eyes and letting go.
I hope everyone has a week filled with blessings and love from their pets.
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Hola a todos los amigos y amantes de los gatos de @caturday!
A veces me he quedado mirando a mis gatos dormir, y no puedo evitar sonreír con ternura. Hay algo profundamente curioso, casi mágico, en las posturas imposibles que adoptan cuando se entregan al sueño. Se tuercen, se doblan, se encogen hasta parecer una bolita perfecta o se estiran con una tranquilidad que envidio.
Es como si el mundo no tuviera peso sobre sus cuerpos. Como si todo lo convulso del mundo no tuviera la más mínima importancia. Como si la única preocupación fuera encontrar la forma más absurda, graciosa o vulnerable para descansar. Y lo logran.
Los encuentro con la cabeza colgando hacia un lado y las patas traseras apuntando en dirección opuesta, como si no tuviera huesos. A veces, se aplastan contra el suelo con las patas abiertas como una rana, y otras, se acurrucan tan intensamente que su nariz toca su panza, todo envuelto en su cola, como un origami peludo.
Me da risa, pero también me enternece, porque hay una confianza absoluta en ese abandono. Para dormir así, con tal desenfadado, uno tiene que sentirse seguro. Y saber que se sienten seguros a mi lado me toca algo muy profundo.
Me pregunto qué sentirán al dormir. ¿Soñarán con cazar? ¿Con revolcarse en el sol? Hay algo de niño pequeño en esa manera tan propia de dormirse, tan despreocupada, como si todo el mundo pudiera derrumbarse a su alrededor y ellos seguirían allí, con la panza al aire, ronroneando incluso en sueños. Y me dan ganas de meterme en ese mismo estado, de dejar atrás la rigidez que a veces me impone la vida adulta, de entregarme con la misma fe a una siesta sin culpa, sin prisa.
Me parece tan curioso que algo tan simple —dormir— sea, en ellos, una forma de arte, de resistencia, de juego, incluso de amor. Porque cuando se acomodan a mi lado, pegando su cuerpo caliente al mío, en alguna postura improbable, siento que su forma de dormir es también su forma de decir: aquí me siento bien. Y en ese instante, todo el caos del mundo se apacigua un poco.
Es extraño cómo criaturas tan pequeñas pueden enseñarme tanto solo con cerrar los ojos y dejarse ir.
Espero que todos tengan una semana llena de bendiciones y amor de sus mascotas.