El penal más largo del mundo (del que yo tenga historia) se tiró en el año 1960 en el Valle de Rio Negro un domingo por la tarde en un estadio vacío.
Estrella del Sur en realidad era un club de billares y mesas de barajas. Por decirle en manera elegante.
En realidad era un boliche de borrachos en una calle de tierra a la orilla del rio. Y, como no podía ser de otra manera, en esa época todos los clubes, chicos medianos o grandes, no podían hacer a menos de ostentar un equipo de fútbol.
En realidad el equipo participaba en la liga local del Valle porque los domingos no había otra cosa que hacer. El viento arrastraba la arena de las bardas y el polen de las chacras vecinas.
Los jugadores eran siempre los mismos. Hermanos, primos y parientes varios. Yo tenía 15 años y la mayor parte de ellos andaba entre los 30 y los 35, algunos se acercaban a los 40. Como el arquero Nahuelpan típico apellido de origen mapuche próximo a cumplir los 39.
Yo los veía muy viejos, pensaba que todos tenían que tener más o menos mi edad.
En la Liga participaban 16 clubes y Estrella del Sur siempre terminaba por debajo de los diez primeros. Cuando ganaban un partido volvían cantando a sus casas con la camiseta (la única que tenían) doblada y metida dentro del bolso, como si fuera un tesoro.
El año anterior había arrancado con una seguidilla de victorias (cuatro al hilo) que los había posicionado en la punta del campeonato. Nada extraordinario. Partidos ganados 1 a 0 o 2 a 1 por lo general. Tirando la pelota para afuera para hacer tiempo. Y una de ellas había sido ante Escudo Chileno. El otro club que lloraba miserias en la liga.
Lo más importante de estas victorias no era aspirar al título. Nunca lo lograrían. Lo importante era haber relegado a su eterno rivan, Deportivo Belbrano, al segundo lugar.
Todos hablaban de Estrella del Sur. En el autobus, en los bares, en la escuela, en los bancos incluso. Antes de terminar el otoño seguían un punto arriba de Deportivo Belgrano y eran la sensación de la temporada. Los rivales eran lentos como burros y pesados como roperos pero disputaban cada pelota como si se jugaran la vida en esa acción. Gritaban como energúmenos y se insultaban entre ellos mismos para darse fuerza.
El entrenador era un tipo de cara severa, fumador empedernido, que caminaba de un lado para otro con una vara en la mano amenazando a sus jugadores. El público se divertía y a veces silbaba.
Nosotros, los más chicos, jugábamos los sábados y no entendíamos por qué. Jugábamos mejor, eramos más limpios en el juego, nos dábamos menos patadas. Pero al final, las reglas establecían que los pibes jugábamos el sábado y listo. Asunto terminado.
Los partidos del domingo a veces parecían un partido de rugby. Se tiraban unos arriba de otros (los que ganaban) para festejar.
Y para sacarse la sed el aguatero les traía botellas de agua...rebajadas con vino tinto. O tal vez sería mejor decir al revés.
Dicen los entendedores que si no se abusa de la porción de vino es lo mejor para sacarse la sed. No lo se. Yo nunca lo hice.
Eran la atracción del pueblo y se les permitía todo. Cuando después de una victoriua iban al bar a celebrar y terminaban borrachos, los viejos pasaban a recogerlos y los dejaban en sus casas que siguieran durmiendo sin provocar desórdenes.
Pero de a poco la normalidad se fue restableciendo. Al terminar la primera rueda Deportivo Belgrano se vengó goleándolos por 7 a 0 arrebatándoles la punta.
Sin embargo lograron recuperarse, ganando partidos horribles pero sumando puntos hasta llegar al final de la primavera y al último partido del torneo un punto por debajo del Belgrano, su odiado rival.
El último partido fue histórico por el penal. El estadio estaba lleno. No entraba un ánima más. Los que no habían conseguido una entrada se subían a los techos de las casas vecinas transformados de repente en una atrayetnte y peligrosa platea gratuita.
El dia era fresco y soleado y las manzanas comenzab an a colorearse entre los árboles.
Estrella del Sur se vino con más de 500 hinchas que tomaron la tribuna Norte por asalto y los bomberos tuvieron que sacar las mangueras para que se quedaran quietos.
El árbitro que pitó el penal se llamaba Nicanor Gómez un epiléptico que vendía rifas en el club local y todo el mundo entendió que se estaba jugando el empleo cuando a los 40 minutos del segundo tiempo el partido estaba 1 a 1 y todavía no había sancionado la pena máxima.
Con el empate Deportivo Belgrano era campeón y el árbitro quería conservar el respeto por sí mismo no haciendo caso a las simulaciones que de una y otra parte los jugadores llavaban a cabo tirándose de cabeza dentro de las áreas con cualquier motivo.
The longest penalty in the world (of which I have a history) was taken in 1960 in the Rio Negro Valley on a Sunday afternoon in an empty stadium.
South Star was actually a club for billiards and card tables. For saying gracefully.
It was actually a drunken bowling alley on a dirt road on the river bank. And, how could it be otherwise, at that time all the clubs, medium or large boys, could not do less than show off a football team.
Actually the team participated in the local league in the Valley because on Sundays there was nothing else to do. The wind carried the sand from the fences and the pollen from the neighboring fields.
The players were always the same. Brothers, cousins, and various relatives. I was 15 years old and most of them were between 30 and 35, some were close to 40. Like the archer Nahuelpan, a typical surname of Mapuche origin, close to turning 39.
I saw them very old, I thought that they all had to be more or less my age.
16 clubs participated in the League and Estrella del Sur always finished below the top ten. When they won a match, they would return home singing with their shirts (the only one they had) folded and tucked into their bags, as if it were a treasure.
The previous year had started with a string of victories (four in a row) that had positioned them at the top of the championship. Nothing extraordinary. Matches won 1 to 0 or 2 to 1 usually. Throwing the ball out to make time. And one of them had been before the Chilean Shield. The other club that cried miseries in the league.
The most important thing about these victories was not to aspire to the title. They would never make it. The important thing was to have relegated his eternal rivan, Deportivo Belbrano, to second place.
Everyone was talking about South Star. On the bus, in bars, at school, even on banks. Before the end of the fall, they were one point ahead of Deportivo Belgrano and were the sensation of the season. The rivals were slow as donkeys and heavy as wardrobes but they contested each ball as if they were risking their lives in that action. They screamed like madmen and insulted each other to give themselves strength.
The coach was a stern-faced guy, a chain smoker, who walked around with a stick in his hand threatening his players. The audience was amused and sometimes whistled.
We, the youngest, played on Saturdays and we didn't understand why. We played better, we were cleaner in the game, we kicked less. But in the end, the rules established that the kids played on Saturday and that's it. Business finished.
Sunday games sometimes seemed like a rugby match. They threw themselves on top of each other (those who won) to celebrate.
And to quench their thirst, the water carrier would bring them bottles of water ... lowered with red wine. Or maybe it would be better to say the other way around.
Connoisseurs say that if the portion of wine is not abused, it is the best to quench your thirst. Do not know. I never did it.
They were the attraction of the people and they were allowed everything. When after a victory they went to the bar to celebrate and ended up drunk, the old men would pick them up and leave them at home to continue sleeping without causing any disturbances.
But little by little normality was reestablished. At the end of the first round, Deportivo Belgrano took revenge by beating them 7-0, snatching the lead.
However they managed to recover, winning horrible games but adding points until they reached the end of spring and the last game of the tournament one point below Belgrano, their hated rival.
The last game was historic for the penalty. The stadium was packed. Not one more soul entered. Those who had not gotten a ticket climbed onto the roofs of neighboring houses, suddenly transformed into an attractive and dangerous free audience.
The day was cool and sunny and the apples were beginning to color among the trees.
Estrella del Sur came with more than 500 fans who stormed the North Stand and the firefighters had to remove the hoses to keep them still.
The referee who whistled the penalty was called Nicanor Gómez, an epileptic who sold raffles in the local club and everyone understood that the job was being played when 40 minutes into the second half the game was 1 to 1 and he had not yet sanctioned the maximum penalty.
With the draw, Deportivo Belgrano was champion and the referee wanted to preserve his self-respect, ignoring the simulations that the players carried out on both sides, diving head first into the areas for any reason.
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PD: los banners animados y separadores de párrafos (estos últimos modificados por mi) han sido descargados por gentil concesión de sus autores: @carlos-cabeza y @torrewill. La imagen del pergamino -modificada por mi- ha sido descargada libremente del sitio YoPriceVille Gallery.