Saludos amigos hivers que desde esta puerta de #ecency acceden al reencuentro, hoy no quiero dejar pasar la oportunidad de viajar ante: un día de esos, para participar en este jueves TBT.
El paso del tiempo, aunque parezca paradoja, a veces se detiene, en un rostro, en una foto, simplemente se detiene y nos detiene.
Es así que llego hasta aquí. Buscando una memoria hallé otra, mi bisabuela Catalina, la viejita linda a la que llamaba abuela y que me gustaba mirar cuando parecía acariciar su pelo largo y muy blanco con la peineta, lo hacía despacio, con suavidad, mientras su mirada se perdía en algún lugar tan mágico como ella misma.
La abuela Catalina atravesó el océano para reunirse con su esposo que escapando de una España empobrecida, decidió venir a este país que prometía trabajo y fortuna.
La imagino en ese barco gigante días y noches, cuidando de cuatro niñas y embarazada, cuánta fortaleza en su espíritu, cuánto amor en su corazón.
Yo la miraba mientras la peineta se la llevaba lejos, su pelo era largo y hermoso. Me era difícil entender cómo esa ancianita frágil había atravesado tanta distancia en tan difíciles condiciones.
Ahora, miro la foto y la recuerdo, de repente, levantaba la mirada, y recogía todo ese pelo hasta convertirlo en una pequeña cebolla en su cabeza, tomaba la peineta y fin.
Ya no se vería tan frágil, estaba lista para darme un regaño o mandarme a hacer alguna cosa. Mi viejita linda, recuerdo que cada vez que le ponían el televisor se escuchaba hasta la casa de al lado porque se estaba quedando sorda pero nadie se atrevía a decirle nada, había que respetar sus horarios y sus rutinas.
Ella tenía la fuerza de una época, de un tiempo donde la familia debía estar unida, ella tenía amor en el corazón y eso te hace fuerte.
No recuerdo cómo logró encontrar a su esposo, se que la familia se quedó a vivir en un pueblo al que llamaban Las Placetas, ahora solo Placetas, está cercano a Santa Clara que es donde vivo.
Hoy, la paradoja del tiempo y la vida han hecho que la familia poco a poco haga el camino de retorno, una vez más la búsqueda de una vida más favorable revierte el camino.
Mucho hace que la abuela Catalina se desvaneció en el tiempo, ese que no se detiene pero que a veces, regresa a contarnos, otra vez, la misma historia.
Gracias por acompañarme hasta aquí.
Un abrazo a todos. Espero que la vida y el tiempo sepan guiarlos siempre en el camino del amor y la familia.
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