La fotografía de esta semana, propiedad de @lanzjoseg es un clarísimo ejemplo de aulas vacías y estudiantes de vacaciones. En ella, esos pasillos vacíos me recuerdan la soledad y el silencio que se percibía cuando no había clases y, de verdad, el liceo parecía otro. Le faltaba la vida que las clases le ponían.
Y recuerdo la vida de estudiante de educación media, los grupitos en el pasillo y la cantina, durante los recesos. La adrenalina que se respiraba antes de los exámenes y más aún, antes de que nos diesen las notas.
Los primeros escarceos amorosos, las inseguridades en las primeras fiestecitas bailables... En fin una gran cantidad de momentos maravillosos, sobre todo cuando miramos, desde el hoy de la vida adulta hacia ese ayer de hormonas, risas, miedos, descubrimientos. El mundo nos regalaba sorpresas a cada instante.
Esperábamos las vacaciones con ansias, pero cuando estas llegaban, llegaba también cierta tristeza, ya que se perdía el contacto con la mayoría de los compañeros de clases hasta el siguiente reinició de actividades.
Yo soy afortunado, a pesar de los disímiles destinos que nos ha tocado seguir a la mayoría, mantengo contacto con un buen número de mis compañeros de estudios. Internet es quien permite que, a pesar de la distancia, continúen las amistades.
Las redes sociales nos permiten estar al tanto de las novedades de cada uno y también apoyarnos, animarnos, hacer sugerencias desde las experiencias distintas que vivimos.
Muchas veces, con nostalgia recordamos detalles de los viejos tiempos, de los compañeros, los profesores. De esas aulas llenas, de los pasillos ruidosos y vibrantes. Y de las vacaciones, de las cuales regresábamos con cambios. Las chicas con diferentes cortes y colores de cabellos y cada vez más formaditas; los varones con las voces más gruesas, más altos y luciendo incipientes barbas o bigotes. ¡Tiempos aquellos!
Invito a @blanca56 y @palomot a participar