Cuando vi la foto de esta iniciativa, me recordé de la primera vez que le regalé un ramo de rosas a una muchacha. Recuerdo que cuando lo hice, yo era un adolescente, y también recuerdo, que yo siempre me burlaba del novio de mi mamá, ya que siempre le llevaba flores y chocolates, y yo veía eso, como algo muy cursi y novelesco.

Sin embargo, un día se me presentó una situación y fue algo incómoda, ya que una vecina, que me gustaba mucho y con la que me llevaba muy bien desde niño, estaba cumpliendo años, y me enteré, justo cuando su hermano me llamó a la casa, para invitarme a la fiesta de Mariana.

Y en ese momento, no tenía ni idea de lo que iba a hacer, ya que la reunión comenzaba bastante temprano, era cerca de las 4 de la tarde. Y en ese momento, con una verdadera preocupación, le pregunté a mi mamá, qué podría regalarle y cómo podría cumplir con ese compromiso. Ya que para mí. Era impensable a mis 12 años, presentarme en una fiesta de cumpleaños, sin un regalo.

Si es cierto, que no podían decir que era un arrocero, ya que me habían invitado a la fiesta, también es cierto, que me daría muchísima pena, llegar con las manos vacías, y menos para el cumpleaños de una muchacha que me gustaba.

Mi mamá, al ver mi preocupación, me dijo: “Y, ¿por qué no le compras unas flores en el vivero, y le llevas además unos chocolates?”. Yo, en un principio, no quería hacerlo; además, me daba una pena espantosa, que mis amigos y conocidos, me vieran caminando por el bulevar de Cafetal, con un ramo de flores y un paquete envuelto en papel de regalos.

Pero al final, se me acababa el tiempo y decidí ir a comprar las flores y los chocolates. Así que salí de mi casa, y me fui caminando hacia Plaza Las Américas, y recuerdo, que antes de llegar al centro comercial, había un vivero. Así, que caminé hasta allá, y cuando entré al vivero, me conseguí con cualquier cantidad de flores.

Y terminé, preguntando a la señora qué estaba en el vivero, qué tipo de flores, le podía regalar a una muchacha que estaba de cumpleaños. Y lo cierto, fue que la señora, me dio una cátedra de las flores y de sus significados, y de la forma en que se usaban. Y además recuerdo, que ella tenía, en el mesón, dos rosas azules.

Y cuando le pregunté, por las rosas azules, me dijo, que no eran rosas azules realmente, sino que eran rosas blancas, pero en vez de ponerlas en agua, había puesto el tallo de la rosa, en agua con témpera o colorante azul, y además tenía otra de tres colores, y eso lo había hecho dividiendo el tallo de la rosa en tres, y poniendo cada pedazo de tallo en un colorante diferente.

Al final quedé encantado con la señora y las matas. Y terminé pidiendo un ramo con flores variadas, en el medio estaba la rosa azul, después 4 de colores, después nardos, luego tulipanes, y cerraba con rosas blancas. Y mi susto más grande fue cuando fui a pagar. Me recuerdo, que casi se me cae la mandíbula, el hermoso ramo que escogí, me costó 10 bolívares.

Y eso para mí era una fortuna, era mi mesada de dos semanas, pero de igual manera lo compré, además estaba muy contento con mi elección de flores. Después, salí del vivero caminando hacia la casa, y recuerdo que crucé la avenida en la calle Santa Ana, y ahí, en un quiosco, compré un chocolate Savoy Aniversario de almendras.

Y tomé la precaución, de volver a cruzar la avenida, e irme por el lado menos transitado, hacia la casa, así me evitaría el chalequeo de los amigos y los compañeros de clase que me pudiesen ver con las flores. Y así llegué a la entrada de mi casa en la calle El Limón.

En ese momento vi la hora y subí directo a la fiesta. Y recuerdo la cara de Mariana, cuando le di las flores y el chocolate. Ella nunca había recibido flores y yo nunca le había regalado unas. Lo cierto es que la pasamos muy bien, echamos broma, jugamos, comimos y compartimos. Pero en medio de todo el ambiente de la fiesta, Mariana y yo, nos veíamos y sonreíamos.

Al final, cuando la mamá de Mariana, nos dijo, ya son las 9 dela noche, es hora de que se vayan a su casa, los pocos vecinos que estábamos con Mariana nos fuimos. Y yo me fui de último. Y cuando estaba esperando el ascensor, Mariana, salió de su casa, y me dijo: “Gracias por las flores” Y después me dio un beso en la boca.

Yo después le di otro beso, y cuando llegó el ascensor, se quedó esperando hasta que las puertas se cerraban, y ella se quedó en su casa, mientras yo subía los 8 pisos que nos separaban.

Y ese fue mi primer beso, a los 12 años y fue una recompensa, de la muchacha que me gustaba, y que era mi mejor amiga, como recompensa por haberle regalado un ramo de flores.

Muchas gracias por leerme.

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Aprovecho la oportunidad para invitar a @alicia2022, @esbat y @nahueldare3627, @akrros