Tras la ventana, el invierno pinta de blanco las calles de San Martín de los Andes. La nieve cae silenciosa, cubriendo todo con su manto. Adentro, el calor del hogar contrasta con la quietud del paisaje. El crepitar de la leña en la chimenea crea un refugio cálido en la noche fría. La vida transcurre entre estas cuatro paredes, ajena al espectáculo invernal que se despliega afuera. Pero, en el fondo, el interior y el exterior, están conectados. La belleza del frío y la nieve, la fragilidad y la fuerza de la vida, a pesar de las inclemencias y del tiempo.
