I almost didn't upload anything from my trip to Europe and it was one of the best experiences I had. I have so many memories and anecdotes that today when I had to choose a selection of the ones I wanted to post I didn't know where to start. So today I want to start with part of my trip to Barcelona:
The Gothic Quarter and El Born in Barcelona have a unique charm that makes me fall in love every time I visit them. Strolling through its narrow streets is like traveling back in time, with every corner revealing stories of centuries past. I love getting lost among its hidden squares and discovering small stores and cafes full of personality. The mix of old and new in El Born, with its boutiques and art galleries, gives it a special energy. These neighborhoods have a magic that always makes me feel at home, surrounded by beauty and history at every corner.
Plaza San Felipe Neri in Barcelona has a touching history that always moves me. This quiet corner of the Gothic Quarter bears scars of the Spanish Civil War, visible on the walls of the church, witnesses to a tragic bombing in 1938 that claimed many lives, especially children. Every time I visit, I feel a mixture of sadness and hope, reflected in the melancholic beauty of the square. The old stones, fountains and respectful silence invite me to reflect on human resilience and peace. It is a place that connects me deeply with the history and memory of Barcelona.
The Barceloneta Market, La Pedrera and the Sagrada Familia are three places in Barcelona that always fill me with wonder and joy. The Barceloneta Market is a vibrant and lively place, where the bustle of vendors and the aroma of fresh seafood make me feel the true essence of the neighborhood. Strolling through its aisles is a sensory experience, with colors, flavors and smells that capture the essence of the city's daily life. I love stopping at the fruit and vegetable stalls, where I always find fresh, high quality produce. In addition, the proximity to the sea gives it a special touch, always reminding me of the close relationship between Barcelona and the Mediterranean.
La Pedrera, with its undulating architecture and unique forms, is a Gaudí masterpiece that never fails to impress me. Each visit reveals something new to me, whether it's an unexpected curve, an ornamental detail or the way the light plays with the surfaces. The rooftop, with its dreamlike chimneys, offers a spectacular view of the city and is one of my favorite places to contemplate Barcelona. Gaudi's creativity and vision are felt in every corner, making La Pedrera an ever-renewing experience.
The Sagrada Familia, meanwhile, is a place that fills me with a deep sense of peace and awe. Its majesty and the dedication of generations to complete it reflect the spirit of perseverance and faith. I love to enter and marvel at the play of light and color that the stained glass windows create inside. Each façade tells a story, and the detail in each sculpture is simply amazing. It is a constant reminder of the human capacity to dream and create wonders. These three places, each in their own way, connect me deeply with the essence of Barcelona and its countless charms.
Casa Batlló, one of my favorite Gaudí jewels in Barcelona, fascinates me every time I visit it. Its colorful and undulating facade, with balconies that look like masks, transports me to a world of fantasy. Upon entering, I am enveloped by the magic of its interior design, where every detail, from the mosaics to the organic shapes, reflects Gaudí's limitless creativity. The light that enters through the large windows and the ceiling that reminds me of the surface of the sea make me feel in a unique and special place. Casa Batlló is a living work of art that always inspires me.
This is only a small part of my first trip to Europe, and I say first because it can't be just one. Europe is a beautiful madness that you can't not accept. You go to Europe more than once. You have to go more than once. I don't know how, or when, but it won't be the last time.
Casi no subí nada del viaje a Europa y fue una de las mejores experiencias que tuve. Tengo tantos recuerdos y anécdotas que hoy cuando tuve que elegir una selección de las que quería poner no sabía por dónde empezar. Así que hoy quiero empezar por parte de mi viaje a Barcelona:
El Barrio Gótico y El Born en Barcelona tienen un encanto único que me enamora cada vez que los visito. Pasear por sus callejuelas estrechas es como viajar en el tiempo, con cada rincón revelando historias de siglos pasados. Me encanta perderme entre sus plazas escondidas y descubrir pequeñas tiendas y cafés llenos de personalidad. La mezcla de lo antiguo con lo moderno en El Born, con sus boutiques y galerías de arte, le da una energía especial. Estos barrios tienen una magia que siempre me hace sentir como en casa, rodeado de belleza e historia en cada esquina.
La Plaza San Felipe Neri en Barcelona tiene una historia conmovedora que siempre me emociona. Este rincón tranquilo del Barrio Gótico guarda cicatrices de la Guerra Civil Española, visibles en las paredes de la iglesia, testigos de un bombardeo trágico en 1938 que cobró muchas vidas, especialmente de niños. Cada vez que la visito, siento una mezcla de tristeza y esperanza, reflejada en la belleza melancólica de la plaza. Las viejas piedras, las fuentes y el silencio respetuoso me invitan a reflexionar sobre la resiliencia humana y la paz. Es un lugar que me conecta profundamente con la historia y la memoria de Barcelona.
El Mercado de la Barceloneta, La Pedrera y la Sagrada Familia son tres lugares de Barcelona que siempre me llenan de asombro y alegría. El Mercado de la Barceloneta es un lugar vibrante y lleno de vida, donde el bullicio de los vendedores y el aroma de mariscos frescos me hacen sentir la verdadera esencia del barrio. Pasear por sus pasillos es una experiencia sensorial, con colores, sabores y olores que capturan la esencia de la vida cotidiana de la ciudad. Me encanta detenerme en los puestos de frutas y verduras, donde siempre encuentro productos frescos y de gran calidad. Además, la cercanía al mar le da un toque especial, recordando siempre la estrecha relación entre Barcelona y el Mediterráneo.
La Pedrera, con su arquitectura ondulante y sus formas únicas, es una obra maestra de Gaudí que nunca deja de impresionarme. Cada visita me revela algo nuevo, ya sea una curva inesperada, un detalle ornamental o la forma en que la luz juega con las superficies. La azotea, con sus chimeneas que parecen salidas de un sueño, ofrece una vista espectacular de la ciudad y es uno de mis lugares favoritos para contemplar Barcelona. La creatividad y la visión de Gaudí se sienten en cada rincón, haciendo que La Pedrera sea una experiencia siempre renovadora.
La Sagrada Familia, por su parte, es un lugar que me llena de una profunda sensación de paz y asombro. Su majestuosidad y la dedicación de generaciones para completarla reflejan el espíritu de perseverancia y fe. Me encanta entrar y quedarme maravillado con los juegos de luces y colores que los vitrales crean en el interior. Cada fachada cuenta una historia, y el detalle en cada escultura es simplemente increíble. Es un recordatorio constante de la capacidad humana para soñar y crear maravillas. Estos tres lugares, cada uno a su manera, me conectan profundamente con la esencia de Barcelona y sus innumerables encantos.
La Casa Batlló, una de mis joyas favoritas de Gaudí en Barcelona, me fascina cada vez que la visito. Su fachada colorida y ondulante, con balcones que parecen máscaras, me transporta a un mundo de fantasía. Al entrar, me envuelve la magia de su diseño interior, donde cada detalle, desde los mosaicos hasta las formas orgánicas, refleja la creatividad sin límites de Gaudí. La luz que entra por los ventanales y el techo que recuerda a la superficie del mar me hacen sentir en un lugar único y especial. Casa Batlló es una obra de arte viva que siempre me inspira.
Esto solamente es una pequeña parte de lo que fue mi primer viaje a Europa, y digo primero porque no puede solo ser uno. Europa es una locura hermosa que no se puede aceptar. A Europa se va más de una vez. Tenes que ir más de una vez. No se como, ni cuando pero no va a ser la última vez.
